POR GRECIA ORTIZ
gortiz@lahora.com.gt

Combinar el trabajo de madre, y su empleo con la vocación de servicio a los necesitados, es para María Angelina Gómez su estilo de vida, una forma de vivir de la cual comenta que hasta el momento no se arrepiente; pues su única hija siguió sus pasos y ahora comparten las mismas experiencias en la estación de bomberos, en donde hacen su aporte.

Gómez relató, que el inicio de su vida dentro de los bomberos, comenzó cuando desempeñaba su trabajo de enfermera en un jardín infantil de la comuna capitalina. En una ocasión, surgió una emergencia en la que debió poner a prueba sus conocimientos ante el peligro que corría un menor que se ahogaba en el pasillo.

“Cuando iba pasando por el corredor había un niñito, de unos dos años, al que me quedé observando porque estaba sacudiéndose muy extraño; le vi alrededor de la boca y la tenía como gris, me acerqué y le pregunté a mis compañeros. Lo que sucedió es que se estaba ahogando con un crayón jumbo, de inmediato corrí y lo primero que hice fue sacarlo con mis manos”, afirmó.

Fue entonces comentó, cuando le nació ese deseo de aprender más sobre primeros auxilios y le interesó un curso que prestaban los Bomberos Municipales; sin embargo, para terminarlo, debía invertir más tiempo lo cual la desanimó. No obstante, varias personas la motivaron a seguir y continuar. Así que prosiguió y finalmente logró convertirse en socorrista.

Dentro de las satisfacciones que Gómez, ha encontrado está el que después de salvarle la vida al menor, la mamá la buscó, “era para que fuera su madrina, cuando él –el niño- tenía como 7 años, lo llevé a bautizar junto a su hermanita, ahora los dos son mis ahijados y los veo más seguido”.

Los turnos que realiza dentro de la institución bomberil los hace cada cinco días por las noches, “por la experiencia que adquirí, le tomé amor a la carrera y el 10 de agosto cumplí trece años con los bomberos”, aunque con el tiempo, algunas personas le han comentado que por su vocación pareciera que los socorristas se deshumanizan y se vuelven insensibles.

Ella aclaró, que no es así, sino más bien es por la forma en que reaccionan ante las emergencias que se presentan y actúan una forma distinta, porque deben actuar con rapidez. Dentro de las experiencias más duras que le ha tocado vivir, es saber de la muerte de un niño o de un bebé, pues a todos los deja impactados y consternados.

“En una Navidad murieron unos niños quemados, esa vez fuimos con mi compañero y llegamos al incendio y todo, mi compañero entró pero se quedó atrapado, era una sensación horrible; cuando entramos a la casa vimos a los niños abrazados, y eso es algo que mi mente jamás olvidará”, aseguró.

Como madre, la socorrista relató emocionada, que en varias ocasiones el ver a adolescentes fallecidas, le venían a la mente temores propios, al ver los peligros a los que estaba expuesta su propia hija.

COMPARTE EXPERIENCIAS CON SU HIJA
Aunque ahora, debe compartir experiencias con su hija, pues el año pasado se graduó de bombero ante la influencia y el ejemplo que obtuvo durante su carrera bomberil.
Para Gómez, su hija es un ejemplo de superación y orgullo porque decidió seguir sus pasos. Aunque reconoce que a las mujeres se les ha hecho más complicado abrirse camino en esta vocación que ha sido considerada solo para hombres.
“Me siento orgullosa cuando veo que toma la iniciativa y que se baja a los barrancos, pues cubrimos zona 18, Carretera al Atlántico y al principio cuando se graduó, no la mandaron a la misma estación en donde estoy, sino la mandaron a otra, en un principio nos pusimos tristes, pues era nuestro anhelo prestar servicio juntas, pero ahora ya estamos en la misma estación. Es un trabajo muy bonito, ahora mis pasiones las combino con ella”, aseguró.
Gómez relató, que su hija ya en una ocasión previo a obtener su diploma de socorrista, le salvó la vida a un joven al recordar los consejos que ella le había dado, “ella siguió haciendo RCP, me llamó y me dijo: mira mami yo sentí una alegría tan grande cuando vi que reaccionó y toda la gente de la colonia me aplaudía y felicitaba”.
La socorrista expresó que en el lugar en donde reside, las personas la buscan, aunque ahora ya preguntan por su hija también quien en una ocasión le tocó atender un parto.

SE DEBE COMPARTIR
En ese sentido indicó, que en ocasiones le resultaba difícil combinar su vida de madre y sus deberes, pero siempre contó con el apoyo de su propia madre que le cuidaba a su niña “solo la tengo a ella, me dediqué a estudiar y hacer distintas cosas por lo que la vida familiar la dejé un poco de lado, no tengo esposo, pero no me arrepiento”.
Gómez enfatizó que es importante que las mujeres se den cuenta que pueden hacer muchas cosas, en donde pueden aportar sus conocimientos por lo que no deben dejarse vencer por nada, por lo que se debe aprender a compartir “nosotros que estamos enteros, debemos aprender a compartir un poco de lo que tenemos”.

“Cuando iba pasando por el corredor había un niñito, de unos dos años, al que  me  quedé observando porque estaba sacudiéndose  muy extraño;  le vi alrededor de la boca y la tenía como gris, me acerqué y le pregunté a mis compañeros. Lo que sucedió es que se estaba ahogando con un crayón jumbo, de inmediato corrí  y lo primero que hice fue sacarlo con mis manos”.

“Me siento orgullosa cuando veo que toma la iniciativa y que se baja a los barrancos, pues cubrimos zona 18, Carretera al Atlántico y al principio cuando se graduó, no la mandaron a la misma estación en donde estoy, sino la mandaron a otra, en un  principio nos pusimos tristes, pues era nuestro anhelo prestar servicio juntas, pero ahora ya estamos en la misma estación. Es un trabajo muy bonito, ahora mis pasiones las combino con ella”.

Artículo anteriorRivera Clavería: “La seguridad es un tema de Estado y no de Gobierno”
Artículo siguienteNiños son beneficiados con educación y alimentos en hogar de Río Dulce Izabal