Walter Juárez Estrada.
Gustavo Alejos Cámbara por años su vida ha transitado en varios organismos del Estado, moviéndose como un pavorreal en las sucias aguas de la política guatemalteca, escalando posiciones para lograr sus objetivos, a cambio de obtener privilegios y beneficios económicos millonarios y ahora es uno de esos sujetos que la justicia lo ha condenado y también beneficiado con una sentencia que dá vergüenza y repudio. El último cargo que ocupó fue como secretario privado en el gobierno de la UNE, del desaparecido Alvaro Colom con la aspirante presidencial Sandra Torres.
La vida política Alejos se ha visto empañada de saltibajos. Fue operador político en el viciado y politizado proceso para elegir magistrados de la CSJ. Salas de Apelaciones, que dio origen a promover procesos penales en su contra y los aspirantes a la más alta representación judicial. Él y sus secuaces, son responsables de la permanencia en las altas Cortes de los togados y naturalmente por la irresponsabilidad de los diputados corruptos que no han elegido a los jueces, pese a que la Constitución dice que esos cargos no son vitalicios, sino por 5 años.
El operador político Alejos, ha estado imputado de varios delitos y por su acercamiento con jueces y magistrados, siempre ha salido “beneficiado”. El último proceso incoado en su contra se relaciona con en el IGSS. En el caso denominado negocios de la salud, una trama que tenía como objetivo favorecer a empresas en la compra de medicamentos por varios millones de quetzales, a cambio de pagos millonarios de comisiones.
El proceso que se sustanció por varios años, donde junto a Alejos estuvieron incriminados empresarios, profesionales de la medicina y otros sujetos de cuello blanco, quienes sin ningún escrúpulo se declaron confesos para que la pena impuesta se redujera a lo mínimo, diciendo el incriminado que pedía “perdón por el daño causado y se arrepentía”. La disculpa no encuadra y es una vergüenza, porque el daño no puede ser reparado, en razón que por el robo que se hizo para la compra de medicinas, miles de pacientes podrían haber fallecido. Es decir, que la disculpa no tiene sustentación ni moral ni digna, pues el daño se hizo y no puede ser reparado.
Alejos en su vida se ha visto incriminado por varios hechos. Ha financiado campañas políticas por varios millones y ello le ha válido escalar posiciones en varias entidades, que lo han beneficiado a él y a sus allegados. La condena debió haber sido no solo de 8 años y el pago de Q30,000, no es del valor que él y sus cómplices se beneficiaron por varios millones, sino de varios años de cárcel y obligarlo a resarcir el daño económico por el mismo valor.
Sus nexos políticos con los operadores de justicia, le valieron ese beneficio. Es triste lo que ocurre en Guatemala, cuando unos ladrones y asquerosos políticos, diputados, empresarios y funcionarios se aprovechan de la inocencia del pueblo para robar y hacerse ricos sin importales la salud.
Los futuros funcionarios que serán elegidos, deben tener clara consciencia que es el pueblo el que sufre con esa corrupción y tomar en cuenta que se debe combatir la violencia y terminar con la cooptación de los organismos del Estado. Pero eso es difícil, por años la corrupción en todos los gobiernos se ha venido dando, para complacer a narcos y a sus financistas.