La Secretaria General del partido Prosperidad Ciudadana le mostró a Carlos Pineda quién tiene la propiedad de la organización y simplemente presentó un escrito desistiendo de la apelación que había presentado contra el amparo provisional que puso al candidato fuera de la papeleta. Foto La Hora.

 

Molesto porque su Vicepresidente dijo que habían comprado el partido Prosperidad Ciudadana, Carlos Pineda dijo que su segundo dé a bordo no sabe nada de política y que los partidos no se compran. Horas después de su despectiva respuesta ante lo dicho por el real patrón de Mechito, Pineda se vino a dar cuenta que no existe garantía cuando se compra un partido. No es como cuando uno compra un aparato eléctrico o un auto, bienes que tienen garantía y el comprador es compensado si no funcionan correctamente.

Como la compra de los partidos se hace bajo de agua, o al menos bajo la mesa, no queda ninguna constancia y el comprador no tiene mecanismos para reclamar al vendedor ni por desperfectos ni por alguna estafa sufrida. Ayer la Secretaria General del partido Prosperidad Ciudadana le mostró a Carlos Pineda quién tiene la propiedad de la organización y simplemente presentó un escrito desistiendo de la apelación que había presentado contra el amparo provisional que puso al candidato fuera de la papeleta. En otras palabras, le zafaron la varita y se llevaron de corbata a todos los candidatos que fueron postulados oportunamente.

El caso es relevante porque demuestra claramente lo que son los partidos políticos en nuestro sistema electoral, toda vez que, aun siendo por ley entidades de derecho público, operan más como empresas mal manejadas que como instrumentos para canalizar la voluntad política de los ciudadanos que se afilian a ellos. Así como la postulación de Pineda se hizo sin tomar en cuenta la voluntad de aquellos cuya firma sirvió de sustento para la inscripción del partido, la decisión de quitarle el respaldo partidario y dejarlo tirado no tuvo nada que ver con el sentir de las famosas “bases”.

Cuando alguien compra algo mal habido no puede reclamar garantía alguna porque como la operación se hizo a escondidas, sabiendo que se estaban saltando las reglas, ante cualquier falla no queda más derecho que el de pataleo. En este caso, sin embargo, algo muy grueso debe haber ocurrido tras bastidores porque cuesta entender cómo un partido que punteaba en varias encuestas da un viraje de esa proporción y deja en el aire al candidato que había provocado ese repunte.

Prosperidad Ciudadana y Pineda hicieron un trato gana-gana porque él tuvo vehículo electoral y el partido, sin gastar un centavo propio, estaba alcanzando niveles que no se habían imaginado. ¿Qué pudo haber ocurrido para que así, sin decir agua va, la Secretaria General lo mandara al chorizo (o a otro lado diría Mechito) sin explicaciones?

Redacción La Hora

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