La modernización de la administración en MSPAS e IGSS. Foto La Hora: Cortesía.

 

En los últimos meses, hemos visto como dos entidades del sistema de salud: MSPAS e IGSS, hablan de reformas administrativas y funcionales, eso es muy loable, pero ¿resolverá el problema de salud?

En Guatemala, a mediados del siglo XX, tanto cuando se inicia la reforma del sistema de salud como la seguridad social, aún estaba en camino el conocer y considerar un sistema nacional de salud y dentro de ello la seguridad social, como un fenómeno abarcante a otras culturas y formas de vida, de amplia magnitud en nuestro medio, como lo son la rural y la indígena y se carecía de conocimientos y prácticas de acercamiento a sus contextos culturales, distintos al que rodeaba a los forjadores de la seguridad social y del MSPAS, cosa que aún permanece en el tintero. Otro elemento digno de considerarse y un desafío y una contradicción, era la migración. Esas situaciones jamás se tomaron y siguen sin tomarse en cuenta, como una dimensión sociocultural de la diversidad, la salud y la medicina; condiciones que siguen constituyendo un reto a explorar desde lo nacional por el sistema de salud. Así que la categoría étnico cultural y la procedencia geográfica son, en el trabajo de conceptualización y planificación y práctica, dentro del sistema nacional, desconocidas y mal trabajadas, marginando con ello a una buena parte de la población a la salud y los programas del MSPAS y del IGSS, están plagados de sesgos etnocéntricos en su conceptualización y desarrollo institucional y en la implementación de su accionar, aún en nuestros días y en los documentos administrativos.

El otro elemento faltante dentro de la organización del MSPAS y del IGSS, es la pobre relación social-profesional, como línea de investigación planificación y desarrollo del sistema de salud, ni en forma general ni específica con la poblaciones y sus clases laborales y pasivas; cosa que no se le da importancia dentro de sus estructuras y organización; una relación social-profesional que prácticamente al ser inexistente, genera instituciones que sobredimensionan el aspecto biomédico y subdimensionan la práctica salubrista y preventiva.

Se dice tanto en el MSPAS como en el IGSS, que todo cambio o alteración al sistema, carece de valor, a menos que se demuestre y se acompañe con hileras de cifras; de lo contrario, cualquier nuevo camino se considera erróneo. Lo cierto es que los sistemas de información y epidemiología de una y otra institución, son terriblemente primitivos e incompletos, no permitiendo ni medir lo que se debería medir, ni de comprender lo que necesita el proceso salud-enfermedad y eso desde siempre.

De tal manera que, cuando uno analiza lo nuevo normado en estas instituciones, como es el reglamento orgánico interno (acuerdo gubernativo 59-2023) del MSPAS o el acuerdo 1529 del IGSS y sus herramientas administrativas de funcionamiento y organización, el esfuerzo administrativo que se dictamina en esos documentos es y este rellenado más de burocracia que de eficiencia y planteado no acorde a las necesidades clínicas y preventivas de la salud de la nación. Dentro de ellos se pierde el tiempo defendiendo lo indefendible: puntos de vista formados caprichosamente, pero llevados a un fin más de índole político y de negocios, que dé solución a necesidades demandadas por el proceso salud-enfermedad, donde ni tan siquiera se vislumbra la formulación de un conjunto de conceptos, métodos y formas de acción práctica, que se apliquen al conocimiento y trasformación del proceso salud-enfermedad.

En los nuevos documentos administrativos del MSPAS y del IGSS, no vemos un nuevo enfoque de administración científica y práctica, dirigida al proceso salud-enfermedad, en que sea clara medición, registro y análisis de acciones e intervenciones pertenecientes a la actividad científica biomédica y salubrista. Los procesos de trasformación argumentados por los documentos de estas instituciones, más bien pertenecen al mundo de los negocios y eso lo sabe el funcionario y sindicatos, que nada hacen al respecto.

Por consiguiente, seguiremos enfrentándonos a un proceso administrativo, que pierde más tiempo justificando y destruyendo críticas, que construyendo una discusión del proceso salud-enfermedad con el medio académico, profesional y social. Un enfoque institucional más próximo a lo político empresarial y comercial que, solo como ejemplo, ve los medicamentos que alivian el dolor no química y farmacodinamicamente, como correspondería hacerlo, sino como negocio. De igual manera ve al enfermo. Comportamientos que llevan implícito y solo implícito, el alivio al dolor y malestar y se centran en monedas. Es pues evidente que los nuevos mandatos emanados de esos documentos, no constituyen verdaderas herramientas para una efectiva planificación del proceso productivo y objetivo real de esas instituciones.

Finalmente, y lo dejamos claro, no vemos como a través de esa organización tan burocrática, tan compartamentalizada en ambas instituciones, se pretende emprender y tomar responsabilidad de la salud y desarrollar una efectiva capacidad de dirección del sistema de salud nacional y mucho menos, romper con las inequidades al respecto. No vemos cómo a través de tal organización, se puedan desarrollar los mecanismos apropiados para conducir realmente un sistema nacional de salud y mucho menos detectar y atender los complejos problemas inmersos dentro del proceso salud-enfermedad y sus soluciones.

En el caso del MSPAS, rector del sistema de salud, su nuevo reglamento en lo básico, no se ve distante de su organización y funcionamiento actual. Esas departamentalizaciones institucionales que menciona, aunque importantes para la distribución del poder, no representan así formuladas, instancias para la dirección del sistema de salud nacional; tampoco para vinculación con otras instancias privadas y nacionales responsables del proceso salud-enfermedad ni de capacidad para reconocer lo que pasa en ellas; todo ello factor importante en la debida atención al proceso de salud-enfermedad como es la práctica privada clínica, la industria, la agricultura, etc. No plantea una instancia efectiva de dirección en este aspecto.

La nueva organización, no habla sobre mecanismos propios de interrelación y de apoyo entre divisiones y secciones de la propia institución y de otras y aunque tiene claras líneas de dirección, no se vislumbran dentro de ellas, el no recurrir en forma anárquica al apoyo político y ministerial y de otros intereses. Por consiguiente, es posible vislumbrar que seguirán posibles crisis entre ellas, sin un mecanismo descrito capaz de filtrar los problemas divisionales y sectoriales, que gocen de la jerarquía suficiente, para resolver dichos problemas en forma autónoma.

Insistimos en que se necesita una interpretación coherente y homogénea de la realidad del proceso salud-enfermedad, que no se vislumbra en tal modelo de organización. Estamos conscientes que no existe un solo modelo administrativo, pero es necesario que haya consenso en torno a uno de ellos, que aclare con mayor profundidad las necesidades de salud nacional, para poder emprender todos los esfuerzos en forma coherente. Cualquier proceso de organización institucional, se enfrenta a una realidad: si no se tienen los patrones para captar necesidades, cambios y para actuar en forma integral y consecuente, muchos esfuerzos serán redundantes y contradictorios con resultados insuficientes o negativos.

Es pues evidente que el MSPAS y el IGSS continúan con falta efectiva de mecanismos para relacionarse íntegramente con el proceso salud-enfermedad y el MSPAS de dirigir las acciones de salud a nivel nacional y seguirá siendo una unidad de resolución incompleta de problemas candentes, a costos muy altos para el país. No creemos que la nueva propuesta del MSPAS, minimizará lo suficiente sus problemas de rectoría y liderazgo.

Gran parte del problema administrativo de ambas instituciones, radica en que ni el IGSS ni el MSPAS, en un trabajo en conjunto, han logrado forjar una visión coherente y consolidada de los problemas fundamentales que se enfrentan y que eso en buena parte, obedece y es producto de una planificación y coordinación débil entre todas las instituciones involucradas en el proceso de salud-enfermedad y de una falta de comprensión de los problemas de gestión y todo no está debidamente contemplado en el nuevo reglamento orgánico interno propuesto para el MSPAS ni en el código de salud y por consiguiente, la institución llamada rectora, será incapaz de dar RESPUESTA a los problemas que surjan dentro del sistema nacional de salud, a lo que se suma que los principales apoyos de una política económica para la salud, viaja por otro lado.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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