Raymond J. Wennier

En el Diario El Imparcial, de gloriosa memoria, fundado por Don Alejandro Córdova, don David Vela y don Porfirio Barba Jacob, publiqué el 18 de enero de 1982, este artículo considerado futurista y que, revisándolo hoy, veo de mucha actualidad.

Hecha esta breve introducción, vamos ahora con lo que en ese año escribí.

Estamos en el segundo año de la década de los ochenta. Como escribí en varios artículos el año pasado, mi lema para esta década es “El mejoramiento de nuestras funciones en el aula”. Tomando como base mi lema, es indispensable dar un paso atrás y reflexionar sobre la problemática de la educación para el año 2015. Alvin Toffler, en su libro “Aprendizaje para Mañana: El Rol del futuro en la Educación”, inicia su obra diciendo que “Toda educación brota de alguna imagen del futuro. Si la imagen del futuro de una sociedad es errada, su sistema de educación defraudará a su juventud”.

Una revisión del pasado es necesaria para una visión adecuada del futuro. En los años anteriores, la educación ha funcionado en un marco de referencia estable, segura y bien definida. Tomamos como ejemplo los años de 1935 a 1960. La educación funcionó en base de la seguridad de cómo iba a ser el futuro de los niños. Por lo tanto, su preparación fue casi igual cada año y para valores fijados en la sociedad. Los padres de familia no podían concebir mayores cambios a la rutina y valores ya establecidos. Sin embargo, en la década de los sesenta muchos cambios como el movimiento hippy, mayor libertad que casi fue libertinaje, en todo orden de vida, cambios de valores, guerra y falta de respeto hacia la autoridad destruyeron la estabilidad casi perfecta del sistema educativo. La razón primordial de esta ruptura del equilibrio, se debe a que la mayor parte de la gente nunca pensó que el futuro sería diferente del presente o del pasado.

“Lo que es bueno para mí (padres) será bueno para mis hijos”. Pero, ya no podemos mantener semejante actitud en relación a la educación de nuestros hijos.

Durante los últimos años en cursillos y pláticas que he dado en diferentes lugares, he usado un experimento no científico con los participantes, y es así: Les pido pensar en siete eventos que ellos creen que ocurrirán en el futuro y que deben de tratar de decir en qué año cada evento va a ocurrir. Hay un factor como respuesta igual en todos los grupos, sean de niños, jóvenes o de adultos, ninguno se pone a sí mismo en el futuro, ninguno piensa que él o ella tiene un lugar significante en el futuro.

Estoy de acuerdo que no somos adivinadores del futuro, pero si lo pensamos bien, hay factores que con casi total seguridad van a cambiar o aumentar rápidamente y probablemente nosotros sí tendremos algo que ver en esos cambios. Son esos los factores que quisiera considerar en este artículo y también considerar su implicación para la educación de nuestros hijos.

Continuaremos con los factores la semana entrante.

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