¡Campanada! Por un lado sorprendieron los resultados publicados por Prensa Libre. Pero desde otro punto de vista no hay razón de asombro. Se percibía que el candidato Carlos Pineda iba en constante ascenso pero no se esperaba que su punteo fuera tan alto. Se le consideraba como uno de los competidores que se escapaban del tupido pelotón pero no se le ubicaba a la cabeza. Pero la encuesta nos da otra lectura. Cosas veredes Sancho amigo. No creo, sinceramente, que el referido matutino ponga de por medio su enorme prestigio prestándose a un amañamiento de resultados. No tiene sentido ni fundamento. Es posible que la consultora contratada haya errado en algunas mediciones pero, a grandes rasgos, después del impacto inicial, los resultados se han ido digiriendo, asimilando. Adelanto que no conozco a Pineda, es más, no sabía de su existencia hasta esta campaña. Si es buena opción, que lo proclamen sus seguidores y si no lo es, que lo critiquen sus opositores.
Es que Pineda aparece en el momento exacto de la cosecha. Acaso no sembró ni manejó el cultivo. Fue madurando solo hasta llegar al punto de levantar la producción. Me estoy refiriendo al desencanto de la población con la clase política. Una población que no encontraba los cauces para canalizar el descontento y “castigar” a esos dirigentes que frívolamente han venido manejando los caprichos políticos. ¿Elección de magistrados de Corte Suprema? Tranquilos, está como punto sexto de la agenda. Todos los días lo estaba pero las sesiones se levantaban después del punto tercero. Cinismo encapsulado.
¿Reformas a las leyes electorales? Tranquilos, solo estamos esperando el dictamen de la Corte de Constitucionalidad. Y siguen esperando porque ha sido evidente que no tienen ningún interés en modificar la actual normativa electoral que, como está, les favorece. Los mismos oportunistas que quieren repartir el pastel cada cuatro años porque el esquema no da espacio a las disidencias ni al reclamo popular.
Por lo anterior los votantes han identificado en Pineda a un “contrasistema” pero con posibilidades reales de sacudir el sistema. Otros actores proclaman cambios radicales (y tienen algunos buenos planteamientos) pero sus fortalezas son muy limitadas y realmente no “hacen cosquillas” al orden impuesto. Naufragan en buenas intenciones. Pineda reúne además algunas cualidades aceptadas por la población. En primer lugar, como buen oriental, tiene facilidad de palabra (aunque a veces ciertos exabruptos lo desacomoden), algo muy importante desde Vinicio Cerezo, Portillo, Jimmy Morales aunque su discurso es más oxigenado y no está tan recargado de elementos politiqueros recurrentes y machoteros. Pero un pico de oro no es suficiente (y a veces es contraproducente). Por otra parte, Pineda es un político “nuevo”, al menos no se sabe de pretensiones o candidaturas en comicios anteriores. Los guatemaltecos están cansados del “reciclaje” constante de los mismos que acaparan abusivamente los listados de las papeletas. Se necesita gente nueva, sangre joven que venga a revitalizar las agotadas arterias de nuestra democracia. Por último, Pineda se anuncia como una persona trabajadora. Desconozco su principal actividad aunque entiendo que tiene fincas en Izabal, gasolineras y transportes. Esa imagen de un trabajador es bien recibida por la población que cotidianamente “echa punta” y, a la vez, contrasta con la vida parasitaria de muchos otros de quienes uno se pregunta ¿en qué trabajan? ¿habrán trabajado una vez en su vida? ¿viven solamente de los “rendimientos” de la política?
En conclusión, Pineda presenta una opción novedosa y, sobre todo, está capitalizando el voto de rechazo a muchos despropósitos de los funcionarios y, sobre todo, concentra el rechazo a la macilenta oferta electoral.