Marco Tulio Trejo

mttrejopaiz@gmail.com

Soy periodista, comunicador social y un soñador creador de opinión pública, para hacer conciencia que permita mejorar los problemas sociales, económicos y políticos que nos aquejan y nos mantienen inmersos en una sociedad con pocas oportunidades de vida para las nuevas generaciones. Estoy convencido de la importancia que tiene la prensa, en el fortalecimiento de la democracia, para coadyuvar a la consolidación de un Estado de Derecho con una certeza jurídica y el lema de mi señor padre siempre fue: “la pluma no se vende, ni se alquila”.

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Es totalmente deleznable que los “politiqueros” vean a los periodistas con desprecio y menosprecien el trabajo, lo cual violenta un derecho universal como es la Libertad de Emisión del Pensamiento, que permite la consolidación de una democracia. Por eso podemos decir con toda propiedad: ¡Si así es la víspera!… ¿cómo será la fiesta?

Este proceder violenta el artículo 35 de la Constitución Política de la República, que dice: “Es libre la emisión del pensamiento por cualquiera medios de difusión, sin censura ni licencia previa. Este derecho constitucional no podrá ser restringido por ley o disposición gubernamental alguna”.

He visto con preocupación la actitud de los equipos digitales de los diferentes partidos políticos que participan de cara al proceso eleccionario que se avecina (25 de junio de 2023), que se creen “omnipotentes” sin ponerse a pensar que hoy estamos en una posición y en un cerrar de ojos en otra.

La mayoría de los administradores de las redes sociales no permiten la crítica del ciudadano y mucho menos de un periodista, demuestra la intolerancia que se maneja en el seno de los entes políticos, porque solamente quieren que se hable bien de ellos y que no haya una crítica al accionar de los candidatos.

La primera reacción en las redes de los “politiqueros” es bloquear a los críticos y borrar los comentarios que no les favorecen, incluso en días anteriores leí a un personaje de estos que le escribe públicamente a su equipo de trabajo y le pide que denuncie una página para “bajarla”, sin ponerse a pensar que con eso también violenta una ley constitucional.

Los asesores digitales tienen una forma de pensar muy peculiar y dicen: “no importa que hablen bien o mal de uno, lo que importa es que hablen y eso es totalmente contraproducente porque “socava” la reputación de la persona y cuando esto sucede se pierde la credibilidad y la confianza de lo que dice y hace el “politiquero”.

Pero si agregamos que los contendientes electorales no tienen un discurso electoral contundente, claro y definido, que provoque que sus mensajes proselitistas, convenzan a un electorado, para que vote por esa propuesta electoral, entonces solamente tenemos grupos de aprovechados que buscan ganarse el premio mayor de la lotería y dejan al descubierto la pobreza que existe entre estos grupos que lo único que buscan es alcanzar un objetivo: “el poder”.

Los “politiqueros” no se ponen a pensar que su verdadera función es asumir un papel para servir a una población y tratar de buscar desarrollo para que todas las personas (hombres y mujeres), tengan una oportunidad de vida y que no necesiten anhelar el mal llamado “sueño americano”.

Por cierto, que ahora, en muchos casos, solamente deja luto y dolor entre las familias guatemaltecas, quienes su único anhelo es encontrar mejorar su calidad de vida.

Pero en nuestra linda Guatemala, lo que tenemos en la oferta “política” es un grupo de personas, por cierto, más de 49 mil interesados, que lo único que piensan es convertirse en los nuevos ricos, de cada cuatro años, quienes con la inversión que hacen pretenden recuperar al mil por ciento lo aportado, entonces es por eso que vemos cada “negocio” en la cosa pública.

Por estas y muchas otras razones es importante que este próximo 25 de junio 2023, investiguemos y nos involucremos en la búsqueda de la mejor opción electoral, porque no podemos seguir dando nuestro voto al “menos peor”, cuando realmente necesitamos un grupo de personas que le den un giro de 180 grados al modelo político que vivimos.

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