Un incidente entre seguidores de las dos candidatas a la presidencia que representan a los partidos Valor y UNE vino a demostrar, el fin de semana, los niveles de tensión existentes en el país y una dramática realidad en términos de que es más fácil encontrar violencia que propuestas serias sobre los abundantes problemas de la vida nacional. Entre compra de votos realizada con regalos que se reparten a diestra y siniestra y enfrentamientos derivados de un incidente que culminó con el disparo de una pistola, el elector sigue sin tener más que un cúmulo de propuestas populistas orientadas a engatusarlo.
La lista de promesas de campaña que nunca se cumplen es inmensa y prácticamente interminable, porque cada evento electoral se incrementa con ofertas que los mismos candidatos no toman en serio ni se proponen cumplir. En alguna ocasión un expresidente reconoció que para ganar una elección hay que mentir y es evidente que la receta se sigue al pie de la letra para generar votos que, en ningún caso, se traducen en un mandato serio de la población a los electos.
El incidente armado en San Miguel Tucurú es apenas una muestra de cuán encendidos están los ánimos entre los fanáticos que siguen a los aspirantes. En medio de la indiferencia de la mayoría de la población, es notable la tendencia que hay entre los equipos políticos para enfrentarse de diversas formas, incluyendo la violencia como pasó allí, lo que pone sobre el tapete el papel del liderazgo de las principales figuras.
Lejos de llamar al orden y a la calma a sus seguidores, en este caso las dos candidatas trataron de aprovechar la escandalosa pelea para despotricar una contra otra, lo cual resulta poco edificante porque lo que pudo haber sido un pleito callejero termina siendo un enfrentamiento que tanto Zury Ríos como Sandra Torres llevan a sus redes sociales para destruirse mutuamente. La violencia electoral es, simplemente, inaceptable venga de donde venga y así debiera ser expresado por esas contendientes en la disputa por la Presidencia de la República.
Situaciones como las que se vivieron en ese municipio de Alta Verapaz se irán incrementando conforme vaya avanzando la campaña y es indispensable que los supuestos líderes de cada tendencia marquen su posición en contra de la violencia para ponerle fin a esos absurdos apasionamientos que no conducen a nada.
Habiendo tanto de qué hablar sobre un país que lejos de avanzar se deteriora aceleradamente, es inaudito que quienes aspiran a dirigirlo no asuman con seriedad el papel que les corresponde.