Miguel Saquimux Contreras
miguelsaquimux@gmail.com

La forma en que se destina el gasto público, en la mayoría de situaciones deja mucho que desear, tal pareciera que no se posee el mínimo de sentido común para ejecutar los fondos disponibles. Seguramente es de asociar todo este tipo de acciones a los postulados de algunos pensadores económicos, quienes comparten la idea de trabajar con presupuestos deficitarios, a lo que se le añade opiniones que simplistamente comparan el déficit fiscal de Guatemala con el de Estados Unidos, olvidándose que los estadounidenses están endeudados en términos de su propia moneda.

Justamente, terminando la semana anterior se sabía que el Congreso de la República aprobaría una nueva deuda para el país, misma que será destinada para educación, bonos, defensa nacional y construcción de carreteras. Una vez más, se manifiestan señales de poca capacidad de visualizar el futuro de la nación; y es que en el papel creería que no existe oposición alguna en llevar acabo estos proyectos, pero, la forma en que se ejecutan los fondos simplemente ocasiona que los prejuicios castiguen toda acción que pueda darse por parte de nuestros funcionarios públicos.

Por otra parte, aprovechando que estamos a las puertas de un nuevo proceso de elecciones generales, es interesante recordar que es en estos momentos cuando se intenta capitalizar apoyo en ambos sentidos, grupos organizados de trabajadores públicos y agrupaciones con aspiraciones de llegar al poder. Los primeros reclaman por lo regular mejoras laborales, mismas que nunca estarán demás discutirlas, pero, para ser sinceros en estas negociaciones pocas veces se habla o se aborda el tema de la productividad del trabajador del Estado, sino más bien por el contrario, los temas medulares son los incrementos salariales, aumento de descansos y en algunos casos las condiciones en que se presta el servicio público. La contraparte sería las agrupaciones políticas, quienes irresponsablemente se comprometen antes de llegar al poder, y cuando toman posesión ya tienen acaparado casi la totalidad del presupuesto, generando poca capacidad de maniobra financiera en perjuicio del Ministro de Finanzas de turno, que tiene poco o nada que hacer ante tantos compromisos

En conclusión, podría seguirse enumerando un sinfín de maneras en que nuestros recursos se fugan, pero también hay que darle un vistazo a la manera en que el Estado se abastece de los mismos, porque, además de poseer una de las cargas impositivas más bajas de la región, cada día intentamos reducirla a la mínima expresión, con leyes y reformas que denotan que nuestro sistema tributario es de carácter regresivo.

Es así como debemos hacer un acto de conciencia y tener presente que no es posible mantener el mismo ritmo de gasto, porque, para nada son inversiones considerables las que se hacen en Guatemala, debido a que los proyectos llevan la mejor intención, pero lastimosamente son minúsculos, cuando se comparan con la necesidad nacional.

Artículo anterior¿Es así como construiremos el país que soñamos?
Artículo siguienteMalos y buenos ejemplos