El diccionario de la lengua española define idóneo como lo que es “adecuado o apropiado para algo” y entendiendo la política de Guatemala, especialmente la forma en que quienes se dedican a ella actúan, no cabe la menor duda que Manuel Baldizón es, si no el más, uno de los que resultan totalmente adecuados o apropiados para navegar en esas aguas y por eso el aval a su candidatura. La Constitución dice, en su artículo 113, que uno de los requisitos para optar a un cargo público es cabalmente la idoneidad y entendiendo a la perfección en lo que se ha convertido la política en nuestro país, no creemos que nadie pueda objetar que él resulta totalmente adecuado y apropiado.
Si la política aún fuera aquella antigua vocación de servicio público en la que descollaban quienes más se esforzaban y centraban en trabajar por el bien común, ni Baldizón ni casi ninguno de los que ahora son figuras políticas del país hubieran sido calificados como idóneos porque no son ni adecuados ni apropiados para trabajar por la gente. Pero esos tiempos quedaron ya muy, pero muy atrás y hoy en día los partidos se organizan para atraer a este nuevo tipo de personajes a quienes todos podemos identificar muy fácilmente como parte de nuestra nueva clase política.
Ciertamente, no es un fenómeno exclusivo de Guatemala esa profunda transformación de lo que es la política porque lo vemos por todos lados y la indecencia y falta de valores éticos abunda en todo el mundo. Raros son los pueblos que todavía pueden presumir de que, al momento de hacer una elección, tienen abundantes opciones de gente valiosa, comprometida, capaz y honesta que resulta idónea para figurar en ese siempre complejo escenario de la vida pública.
Pero lo que sí es cierto es que en nuestro caso el viraje fue absoluto y de tener una que otra figura deleznable por sus actitudes, comportamiento y corrupción, pasamos al otro extremo y ahora hasta Diógenes, con su lámpara, tendría serias dificultades para detectar a esa casi extinta clase de personajes que pensaban en los demás. Gente que hacía sacrificios metiéndose a política porque los ingresos eran generalmente bajos, no obstante lo cual aquellos políticos dedicaban todo su tiempo a trabajar por el país y sus habitantes.
Hoy en día vemos cómo los magistrados no solo prolongan indefinidamente sus funciones, sino que se aumentan escandalosamente los sueldos sin el menor rubor. Vemos la forma en que han ido cayendo todas las instituciones nacionales bajo el control del gran poder que nos gobierna y en ese contexto, sí que Baldizón es idóneo.