Si la democracia es una forma de gobierno donde el poder es ejercido por el Pueblo, y el Estado se rige por ello, cabe la pregunta para Guatemala: ¿Tenemos democracia en nuestro país?
¿Quién manda aquí? El que satura de mensajes a la población a través de los medios tradicionales de comunicación. Quienes se constituyen como medios digitales y rebasan constantemente sin decoro la línea de la información y opinión y, se pasan a la injuria, la calumnia y el amarillismo. Quien a partir de su poder económico ejerce influencia sobre funcionarios del gobierno. Quien a partir de su poder criminal ejerce autoridad sobre la población en general. Repito. ¿Quién manda aquí?
El Poder del Pueblo, (démos pueblo y krátos poder), parece haber quedado para los antiguos griegos en el Ágora. En Guatemala no se puede hablar con libertad, aunque la Constitución Política diga que sí, de hecho, el mismo Organismo Judicial guatemalteco coarta la libertad de expresión son sus persecuciones, no digamos los pistoleros pueblerinos que no son capaces de pensar más allá del tamaño de sus pistolas. Lo mismo pasa con otro tipo de sicarios, que a razón de pagos desde los violentos antes mencionados, o de políticos, o de empresas, linchan a cualquiera sin sufrir ninguna consecuencia.
Además, están los que no son capaces de pensar más allá del “tamaño” de sus negocios, y la ley para ellos es letra muerta, inútil, que les impide hacer lo que les da la gana con tal de conseguir el dinero que tanto aman y adoran.
La democracia radica en el consentimiento del pueblo, no en la subalternidad del pueblo a la pléyade de personajes antes mencionados. Se basa también en la Constitución Política de la República, es decir, el contrato social que nos rige para que se respeten todos los derechos de todas las personas. Entre otras libertades, la de prensa y opinión, son básicas, así como la libertad para organizarse en cualquier tipo de grupo cívico, social, cultural, político, etc.
Por supuesto, la separación y libertad de poderes es fundamental, Ejecutivo, Legislativo y Judicial deben operar independientemente uno de otro, sin subordinaciones ni cooptación de unos sobre otros.
Quizá el rasgo más importante de la democracia es la no acumulación de poder en una sola persona u organismo.
Dicho todo lo anterior, vale la pena reflexionar si tenemos o no democracia en Guatemala, si la ciudadanía la conoce, aprecia y defiende, o si solo es un concepto muerto en las páginas de nuestra Constitución Política y una palabra vacía de contenido en la retórica política. Al parecer, por las muestras de abuso de poder desde el Estado, el desgobierno, y proxenetismo de algunos dizque comunicadores y medios digitales, la democracia en Guatemala, en el mejor de los casos, se remite simplemente al manido evento electoral que tenemos cada cuatro años.
Para que las elecciones sean aceptablemente democráticas, el Tribunal Supremo Electoral debe garantizar la participación en igualdad de condiciones para que la elección de la ciudadanía sea libre. TSE, hagan su trabajo, no tengan miedo ni hagan gal de su complacencia con “boletas previamente marcadas”.