“No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”
Voltaire
Los seres humanos, tenemos derechos inherentes a nuestra propia existencia, entre los que se encuentran el derecho a la vida digna y a la libertad de expresión, como dos faros de la libertad individual, estos derechos se han encontrado como eje fundamental de grandes fenómenos sociales, entre ellos, la Revolución Francesa.
Importa y mucho, que se utilice al derecho penal para atacar a periodistas y medios de comunicación por supuestos ilícitos, supuestos serán, hasta que un juzgado “imparcial”, establezca su existencia, al momento, lo que se percibe, es un deseo de acallar las voces críticas, opiniones, que en una pseudodemocracia como la nuestra son altamente necesarias, que dejaren de existir configuraría ser otra dictadura, inaceptable.
El derecho a la libertad de expresión, de la que es parte la libertad de prensa, es reconocido por los constituyentes en 1985, quienes dotaron al artículo 35 de nuestra Carta Magna, de los elementos que configuran la principal garantía de la libertad, y esta es la voluntad de las personas, en ese sentido la Corte de Constitucionalidad se manifestó de la siguiente forma: “La difusión de ideas por distintos medios es normalmente autorregulada por el propio público, que tiene la libertad de leer, oír o ver los medios de comunicación o abstenerse de ello, por lo que, frente a la libertad de uno de sugerir sus conceptos y opiniones, se encuentra la del público de recibirlos, compartirlos o rechazarlos.” Expediente 1270-96
En base a lo anteriormente expuesto, todos tenemos derecho a expresar nuestros pensamientos, con libertad absoluta, no relativa y los demás miembros de la sociedad en general, serán quienes acepten o no lo que hemos expresado, es por eso por lo que manifiesto que, es una libertad absoluta, porque es de doble vía, yo expreso mi opinión, y usted decide leerla, escucharla o no.
En ese orden de ideas, como ciudadanos, nos encontramos altamente preocupados, de que se encuentre detenido, uno de los referentes de la libertad de expresión en Guatemala, como lo es José Rubén Zamora, quien, con sus luces y sombras como cualquier ser humano, y gustándonos más o menos su forma de informar, no siempre tan acertada, debemos aceptar que su pluma ha sido de suma importancia en este pedazo de tierra que lucha por ser un país.
Zamora enfrenta dos procesos penales, en los que priva como siempre, la presunción de inocencia, por lo que, hasta este momento es inocente de cuanto hecho se le impute, en el proceso penal que se encuentra abierto, hasta que exista sentencia firme, en este caso falta mucho por ver.
La situación quedaría hasta ahí, a la espera de una resolución, de no ser por la petición de la fiscal, y posterior resolución del juez, de iniciar investigaciones de otros periodistas y comunicadores sociales reconocidos por su posición crítica, si ya existía una luz de alarma, con esta disposición ya no es luz, son rayos y centellas, desconozco los elementos con los que cuenta la fiscalía y que asumo valoró el juez, el problema de fondo, es el atentado por parte de las fuerzas del Estado a la libertad de expresión y de pensamiento, reconocida histórica e internacionalmente.
El pensamiento crítico es parte de una democracia, se necesita siempre de alguien que levante la voz y señale las deficiencia de los poderes del Estado, tomando como premisa que nada es perfecto, y que el ser humano es, probablemente la más imperfecta creación de la naturaleza, a raíz de los fenómenos sociales mencionados anteriormente, ha sido la prensa independiente, reconocida como el cuarto poder, quien, ha levantado la voz para señalar las arbitrariedades del poder, tratar de callarla no solo es un error de fondo, es un fracaso de la democracia, por configurarse un atentado en contra de la misma y contra uno de los principales baluartes de los DDHH.
No podemos mantenernos pasivos, cuando una de las columnas fundamentales de la libertad es golpeada, la prensa independiente, aunque al poder no le agrade, es necesaria para señalarle sus errores, que pueden convertirse en horrores, callarla no se podrá, escucharla debería ser un ejercicio de madurez, recordemos el viejo refrán, “Cuando el rio suena, es porque piedras trae”.
Las condiciones son cambiantes, si no se ejercita el poder con sensatez los resultados serán irremediables.