La inflación constituye el fenómeno que provoca el alza de los precios de todos los productos en una economía. El problema de la ocurrencia de una inflación que no habíamos tenido en muchos años, como el que actualmente vivimos a nivel mundial –que se encuentra en un proceso de declinación, aunque con un ligero incremento en el IPC en Estados Unidos, 6.4%-, así como en Guatemala que hoy registra un dato a enero de 2023 de 9.7%, cuatro décimas arriba del anterior mes, lo cual significa que contrariamente a la de EEUU, en Guatemala, la misma se incrementa considerablemente.
La lógica inflacionaria se esperaba a partir de la ocurrencia del COVID-19 y sus lógicos impactos en la economía con la necesidad de cerrar por períodos largos el país, con lo cual las actividades económicas sufrieron serios impactos hasta el grado que muchos negocios tuvieron que cerrar y otros sobrevivieron con lo mínimo.
Esto a nivel mundial se reprodujo seriamente, puesto que los shocks de oferta provocaron un quiebre que se prolongó mucho tiempo en el reabastecimiento de las cadenas de suministros, que incluso provocaron situaciones extremas como los barcos provenientes de China anclados en los puertos más importantes de EEUU como Long Island, y luego, cuando conseguían atracar, que no había suficiente personal para desembarcar el material en el puerto, y cuando lo conseguían, no habían suficientes pilotos para sacar el producto hacia las ciudades.
Esto que describo es únicamente un resumen rápido pero la situación fue aún más difícil, con lo cual la situación de la oferta a nivel mundial se agudizó, quebrando el libre fluido de materiales (materia prima y producto terminado), con lo cual la cadena de suministros sufrió significativamente con lo cual también se provocaron cambios en el patrón de demanda, pero esta situación no fue un exceso de demanda agregada y, mucho menos demanda mayor como resultado de la pandemia.
La presencia de la inflación, entonces, resultó, bastante lógica. A pesar de ello la Fed seguía considerando que el fenómeno iba a ser transitorio, lo cual no fue así, sino se prolongó y además la inflación subió hasta un 9.7% -una inflación no vivida en EEUU en 30 años-, pero otros se adelantaban a señalar la inflación como un fenómeno que no se iba a abatir durante un quinquenio.
Sin embargo, el fenómeno inflacionario empezó a ceder en los últimos meses en EEUU, hasta este pequeño bache en enero cuando se elevó levemente en 6.4%, pero se esperaba que continuara cayendo hasta un 6.2%, lo cual significa que en meses se consiguió abatir la inflación, pero nuevamente los exagerados consideraban que iba a provocar inmediatamente una recesión, pero los datos en EEUU mostraban que el desempleo bajaba, se incrementaba el empleo, pero la inflación subía.
En Guatemala, la inflación se considera fundamentalmente inflación importada, según el Banguat desde octubre la inflación importaba representó el 70% y 71% y bajó a 68% en diciembre, pero igual la banca central inició un proceso de retirar dinero de la economía bajando la tasa de interés, una acción similar a la FED, pero que el resultado no podrá ser tan inmediato como en EEUU, puesto que la inflación responde a una cuestión externa y no interna, por lo que las autoridades del Banguat apuestan a que baje a un 4.75% en diciembre de 2023, o sea un año a partir del 2022, lo cual muestra que efectivamente la inflación en este caso, no necesariamente es un fenómeno monetario, por lo que estimo que el Banguat se equivoca en subir las tasas de interés pues solo favorecen a los bancos privados.
Lo que sí es cuestionable es el proceso de especulación que se ha dado alrededor de la inflación y ha provocado un incremento de los precios más allá de los datos de inflación y acá el Ministerio de Economía, ni hace, ni dice nada, cuando les correspondería actuar contra los especuladores.