El serbio Novak Djokovic abraza la copa Norman Brookes Challenge en el vestidor después de derrotar a Stefanos Tsitsipas, de Grecia, en la final varonil del Abierto de Australia de Tenis. Foto La Hora: AP.

Novak Djokovic claramente seguirá dominando su deporte. Él así lo dice. También su entrenador. Y, más importante, sus actuaciones a lo largo de una agotadora carrera hacia su décimo título en el Abierto de Australia, con el que iguala la marca de Rafael Nadal de 22 trofeos de Grand Slam y logra volver al primer puesto del ranking de la ATP, así lo dicen.

Su mensaje el domingo por la noche, esencialmente fue: Cuidado. «Sigo teniendo mucha motivación. Veamos qué tan lejos me lleva. Realmente no quiero detenerme aquí. No tengo la intención de hacerlo», dijo Djokovic, de 35 años, después de derrotar a Stefanos Tsitsipas, un hombre más de una década menor que él, por parciales de 6-3, 7-6 (4), 7-6 (5) en la final en Melbourne Park. «Me siento genial con mi tenis. Lo sé cuando me siento bien físicamente (y) presente mentalmente, tengo la oportunidad de ganar cualquier Slam en contra de quien sea».

Difícil de argumentar. No solo no hay otro hombre con más trofeos de torneos grandes (Rafael Nadal también tiene 22; Margaret Court, con 24, y Serena Williams, con 23, son las únicas jugadoras en la historia con más), pero Djokovic sigue presionando a sus rivales, a pesar de que aparecen obstáculos en su camino.

Regresó a Australia con cierta inquietud. Inseguro de qué clase de recepción le esperaba un año después de haber sido deportado por no vacunarse contra el COVID-19, y le fue bien. Lidió con una molestia en el tendón de la corva izquierda, y le fue bien, perdiendo solo un set en su camino al título. Le molestaron las inusuales circunstancias que mantuvieron alejado a su padre, quien había asistido al Abierto de Australia por última vez hace 15 años, de la Rod Laver Arena para la semifinal y la final de Djokovic, y estuvo bien.

Fue capaz de reprimir todo eso hasta el último punto jugado. Ahí fue cuando Djokovic «emocionalmente colapsó», como así lo dijo, sollozando en el estadio. «Requirió de una enorme energía mental, realmente, estar presente, concentrado, para tomar un día a la vez», comentó, vistiendo una chamarra blanca con cierre con el «22» impreso en el pecho, «y ver realmente hasta dónde puedo llegar». Sus golpes son tan puros como pueden ser. Su físico, también. ¿Su determinación? Fuera de serie. «Novak es un jugador que te lleva a tus límites», así lo explicó Tsitsipas.

 

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