La situación real de Guatemala es sumamente grave por la destrucción que se ha hecho de la institucionalidad al poner a todo el aparato del Estado al servicio de la corrupción y la impunidad, aniquilando el régimen de legalidad para favorecer a quienes han sido sindicados y perseguir a quienes hicieron las investigaciones; y es en ese contexto que arrancó ahora la campaña política que empieza como un auténtico circo. Estamos viviendo condiciones que demandan de todos un comportamiento serio para abordar los temas de interés nacional, analizando la realidad y haciendo propuestas serias para enderezar el rumbo.
Las primeras horas del período electoral fueron de pachanga y celebración de los aspirantes que mantienen su primer debate sobre quién llegó primero a solicitar su inscripción. Los temas de fondo no tienen ninguna importancia y seguramente no la tendrán a lo largo de toda la campaña y, a lo sumo, veremos expresiones populistas relacionadas con lo que estamos viviendo, pero sin que exista un análisis serio y, mucho menos, un compromiso para ir solventando la situación.
Esta campaña debe ser crucial porque el país vive momentos realmente críticos que afectan a mucha gente. Debemos saber qué se proponen para iniciar un plan de inversión en el desarrollo humano capaz de generar aquí las oportunidades que nuestros compatriotas tienen que ir a buscar a Estados Unidos y cómo haremos para darles mayor seguridad, sobre todo luego que en El Salvador se acorraló a las pandillas y muchos de sus integrantes emigraron a Guatemala, donde sienten que pueden operar a sus anchas.
Eso por citar los temas de las oportunidades y la seguridad, pero se puede hablar tanto de las deficiencias de nuestro sistema educativo que realmente debiera ser un punto esencial de cualquier plan de gobierno y que los candidatos expresen cuál será su nivel de dependencia con esa dirigencia sindical que tiene capturado al ministerio respectivo. Se debe saber qué acciones consideran para mejorar la atención de salud primaria a la población y cómo se piensa erradicar el gran negocio de la venta de medicinas que no solo le cuesta tanto al Estado, sino también al pueblo porque se encarece artificialmente el precio para asegurar más ganancias.
Para donde dirijamos la vista vamos a encontrar temas que deben ser objeto de ese análisis serio y de compromisos de quienes se suban a una tarima para pronunciar discursos tan encendidos como vacíos y el arranque, en esta madrugada, nos muestra que los intereses no están alineados con las necesidades del país.