El día de hoy los guatemaltecos seremos convocados a elegir al Presidente de la República, Vicepresidente, Diputados, Alcaldes y miembros de las Corporaciones Municipales de todo el país mediante el ejercicio del sufragio. Casi una treintena de partidos políticos se disputan su posición en las papeletas, además de uno que otro Comité Cívico organizado a nivel municipal, lo que en teoría significa el ejercicio de un acto democrático en el que el ciudadano escoge a quienes dirigirán los destinos del país y de sus comunidades.
Se podría pensar que con tanta opción para escoger existe una buena probabilidad de que no nos veamos obligados, como ha ocurrido en otras ocasiones, a votar por el menos peor de los propuestos, pero, dada la forma en que operan los partidos políticos, los aspirantes son producto de decisiones cupulares resultado de intereses que no siempre son los de la población. El narcotráfico y el crimen organizado jugarán un rol importante en el financiamiento forzando arreglos entre particulares y los políticos para asegurarse mutuamente sus particulares intereses.
El voto, en esas condiciones, termina siendo una forma para consagrar pactos ocultos que para nada toman en cuenta los intereses nacionales, no digamos los de la población. Lo hemos visto una y otra vez con cada uno de esos procesos anteriores que han servido para la consolidación de un modelo de destrucción del Estado de Derecho y cooptación de todas las instituciones. Esta elección, más que cualquier otra, será objeto de intervenciones judiciales o de la Contraloría para ir eliminando de los listados a aquellas personas que resultan poco gratas por su tono de denuncia y crítica al curso de la política nacional.
El ideal sería que en todas las instancias se diera un debate profundo de la realidad del país y que se abordara con seriedad la situación a donde hemos llegado como Nación. Analizar por qué expulsamos diariamente a tantos compatriotas que emigran en busca de oportunidades que no encuentran en su terruño, la razón del incremento de la sensación de inseguridad que aflige a los guatemaltecos, el alto costo de la vida y la ausencia de un verdadero régimen de legalidad.
Obviamente, esos grandes temas, si acaso, serán abordados con mensajes populistas y falsas promesas que de antemano sabemos no serán cumplidas, como lo ha visto el elector a lo largo de tantas elecciones. Viendo el panorama con realismo, cuesta encontrar alientos para esa democracia que languidece y se hace más urgente y necesario el ejercicio de un sufragio inteligente.