Hoy, nuevamente, estamos ante un problema sumamente serio por la sequía que está afectando a cientos de miles de compatriotas que silenciosamente viven este drama que es una verdadera catástrofe, pero que no suena tanto como un huracán o terremoto. Son familias enteras en que no encuentran esa libra de alimento que en el día les haría la diferencia o ese quintal que, al venderlo, les da un exagerado mínimo para adquirir otros productos de verdadera necesidad.
Más ruido se hizo con el tema de la roya del café explicando cuántas plantas se pueden dañar. Entendemos que el daño a un sector que genera empleos afecta a la población en general, pero lamentamos que haya una actitud de ayuda y disposición con quienes se preocupan por una crisis que dejará menos utilidades a los exportadores del aromático, pero no por otra en que están de por medio, de manera inmediata, la vida de muchos guatemaltecos entre los que queremos destacar niños en etapas fundamentales de crecimiento.
No solamente se trata de proveer fondos para que se pueda dar una asistencia a estas familias que, por supuesto, tienen que recibir ayuda lo antes posible. Lo más importante es que junto a la atención que se les preste ya, se vayan tomando medidas que puedan resultar en solución a una crisis que anualmente estamos enfrentando con mayores consecuencias.
Y hay que tomar las medidas con una bien planificada y responsable fiscalización para que de verdad se le haga seguimiento a la ayuda y que sea utilizada en asistencia a los que la necesitan, evitando que todos los involucrados en la asistencia o en la fiscalización, quieran hacer de esta crisis una tarima para conseguir votos.
En resumen, esta es una emergencia que necesita nuestra solidaridad, nuestra atención y nuestro esfuerzo para acompañar las medidas que se tomen con el objeto de fiscalizar y garantizar que se utilice cada recurso, cada centavo, en donde tiene que ser utilizado.