Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Desde la semana pasada volvieron a insistir en que tienen como prioridad pasar la Ley de Inversión y Empleo (con algún agregado de sorpresa como es ya costumbre) para exonerar de impuestos a empresarios que supuestamente van a elevar la oferta de empleo en el país instalando muchas empresas, según lo que sostienen tanto el Ministro de Economía con el Comisionado para la Competitividad, ambos justamente empresarios con intereses en las maquilas que serían de las inversiones beneficiadas por la ley.

La otra iniciativa es la que persigue aprobar bonos y un préstamo que, en conjunto, serían un marcado incremento de la deuda pública que cada día se vuelve más alta y amenazante para la estabilidad macroeconómica del país. Nada podría uno objetar si el gobierno estuviera proponiendo deuda para invertir en cambiar nuestro modelo de desarrollo y beneficiar directamente a la población, pero resulta que en este caso estamos como cuando alguien que no tiene ingresos suficientes se mete a un préstamo para pagar la renta de su casa o para pagar el supermercado. Distinto sería si se endeuda para comprar un carro que pueda servirle de taxi para trabajar e incrementar sus ingresos, pero cuando uno se endeuda para comer está siguiendo la receta exacta para el fracaso.

Ocurre, entonces, que por un lado los diputados del partido oficial quieren beneficiar a ciertos “inversionistas”, entre ellos algunos de sus correligionarios, exonerando impuestos para diz que nuevas inversiones que generarán empleo. Eso significará una drástica reducción de los ingresos fiscales, disminuyendo casi dos puntos porcentuales la carga tributaria con relación al Producto Interno Bruto, lo cual es comprometedor para la sanidad financiera del país. Pero si a ello sumamos que están planteando aumentar la deuda para financiar el déficit fiscal, precisamente resultado de la falta de ingresos tributarios, nos damos cuenta que son ciegos que no quieren ver y que se llevarán entre las patas la estabilidad financiera de Guatemala.

Los funcionarios a cargo de la SAT, que han tenido que reconocer que el engendro no funcionó porque fue convertido en una especie de Frankenstein por los poderes ocultos que privilegian el contrabando y la evasión, han advertido de los efectos devastadores de la cacareada Ley de Inversión y Empleo en cuanto a la caída de ingresos fiscales. Pero, además, hay que decir que el tal empleo es simplemente de mano de obra sin calificaciones, barata como les gusta a las maquilas que vienen aquí precisamente porque las leyes laborales están pintadas y cualquiera se las pasa por el arco del triunfo.

Se trata, obviamente, de una cuestión crucial para el futuro del país. Ojalá el Presidente entienda y haga recapacitar a sus diputados.

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