Estuardo Gamalero
“No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que responde mejor al cambio.” Charles Darwin
Rehúso aceptar que la corrupción actúa por encima de la ley; rehúso aceptar que la honradez sea una especie en extinción; rehúso aceptar que las mafias controlen a los altos funcionarios que juraron defender la Constitución; rehúso aceptar que la corrupción tiene la capacidad de redefinir el Estado de Derecho y manipular la aplicación de las leyes; rehúso aceptar que los derechos de un delincuente estén por encima del bien común; rehúso aceptar que somos incapaces de combatir con un solo frente a los corruptos; rehúso aceptar que la soberanía del pueblo se delegue en gente incapaz y no idónea; rehúso aceptar que para algunos, la honradez sea subjetiva; rehúso aceptar que los poderes del Estado terminen en manos del crimen organizado; rehúso aceptar que el Tribunal Supremo Electoral sea un tramitador de votos; rehúso aceptar que los Tribunales administren favores y no justicia; rehúso aceptar que los niños de las escuelas, no reciban clases porque sus maestros están manifestando; rehúso aceptar que el dinero del pueblo para medicinas se encuentre invertido en helicópteros, caballos y fincas; rehúso aceptar que un necesitado pueda vender su voto, pero rechazo aún más al delincuente que ofrece comprárselo; rehúso aceptar que el Estado se convierta en la guarida de la corrupción; rehúso aceptar que los gobernantes se roben los impuestos; rehúso aceptar que se ataque a la empresarialidad formal como modelo económico; rehúso aceptar la manipulación de los Derechos Humanos; rehúso aceptar que se le pague a un empleado público por no trabajar; rehúso aceptar que la interpelación sea un mecanismo de extorsión entre políticos; rehúso aceptar que el transfuguismo sea oportunismo y no una manera de retirarse de un partido incorrecto; rehúso aceptar que el antejuicio sea un premio al sinvergüenza y no una prerrogativa del cargo público; rehúso aceptar que en el juego de policías y ladrones ya no sepamos quién es quién; rehúso aceptar que en el área rural, un niño anhele ser “coyote, narco o sicario”; rehúso aceptar que se manipule la historia del país en beneficio de algún grupo; rehúso aceptar que se lucre con la historia y el dolor de un pueblo; rehúso aceptar que se critique al Ejercito por las ilegalidades de algunos generales y coroneles; rehúso aceptar que nuestro mejor producto de exportación sean los migrantes; rehúso aceptar que el dinero que envían a sus familiares se confunda con el lavado de dinero; rehúso aceptar que un líder sindical sea más tiránico y déspota que el peor de los empresarios; rehúso aceptar que el sindicalismo se haya convertido en un modelo económico perverso y no en la representatividad de los empleados; rehúso aceptar que existan municipalidades que funcionen como feudos familiares; rehúso aceptar que algún embajador pretenda para nuestro país lo que no demandan en el suyo, así como también rehúso que se critique y desprecie la ayuda internacional en nombre de la soberanía; rehúso que se hable de refundar el Estado cuando lo que se pretende es una revolución social; rehúso el discurso político de la lucha de clases; rehúso también el fanatismo ideológico de la izquierda y el de la derecha; rehúso aceptar que el miedo sea más poderoso que la verdad; rehúso aceptar a las personas que no respetan a la religión y critican la fe; rehúso aceptar que se critique a quien produce y brinda empleo decente; rehúso aceptar que el desarrollo económico de mi país no sea acorde al desarrollo social.
Pero sobre todo, me rehúso aceptar que Guatemala está perdida en el miedo de quienes pueden y deben hacer algo y no lo hacen.