Jorge Santos
No importa cuántas veces se diga y comente, la situación es suficientemente grave como para dejarle pasar de desapercibida. La UNICEF refiere que el 49.8% de la niñez vive en condiciones de desnutrición crónica, es decir 1 de cada 2 niños y/o niñas y que esta situación nos coloca como el país de la región de América Latina con la mayor tasa de desnutrición y el sexto país en el mundo. Pero también somos el país con un 60% de su población subsistiendo en condiciones de pobreza, lo cual implica que alrededor de 11 millones 400 mil personas vivan en estas indignas condiciones. La violencia crece y se ensaña en contra de la población que sale día a día a buscar el sustento de su familia. Ni pensar que aquellos que, aún viviendo en pobreza, desnutrición crónica, son violentados por las fuerzas de seguridad del Estado; Policía Nacional Civil y ejército al servicio de los grandes capitales para saquear, robar y expulsarles de sus territorios.
Estas condiciones son el resultado de factores estructurales que son reafirmados por los distintos gobiernos de turno. Es decir, un modelo económico que ha sido ideado para producir pobreza y por ende concentrar la riqueza. Para que este modelo económico sea funcional, es necesario, tal cual ha pasado en Guatemala, que sus instituciones estén al servicio de sus intereses y se conviertan en fieles protectoras de sus capitales. Por lo tanto y en base a esas consideraciones es que la oligarquía guatemalteca es la responsable de estos hechos y que la élite política y militar, los simples serviles, fuerzas de choque y/o gendarmes empobrecidos con aspiraciones de salir adelante, sean quienes ejerzan la violencia contra la población.
Aunado a lo anterior, desde 2017 asistimos a una regresión autoritaria y dictatorial, que ha desmantelado todo espacio democrático dentro del Estado guatemalteco y con ello ha producido incrementos en los hechos de violencia, pero también en el empobrecimiento, la desnutrición y las condiciones de vida de las y los guatemaltecos. Prácticamente la cooptación institucional es de tal dimensión que todos los esfuerzos de los tres poderes del Estado, se concentran en producir corrupción, beneficios y privilegios a la oligarquía y el crimen organizado e impunidad para todos aquellos actores vinculados al Pacto de Corruptos.
Frente a este escenario devastador en la vida cotidiana de los pueblos es necesario dimensionar que de no hacer nada al respecto la situación tenderá a deteriorarse y ser aún peor de lo que ya es. Por eso es vital e imprescindible que los Pueblos, sus organizaciones y la ciudadanía en general, nos levantemos, nos sacudamos el polvo de la anomia, la apatía, el sectarismo y con energías renovadas nos rebelemos frente a estos poderes constituidos que han conformado una alianza criminal que su único interés es hundirnos en el peor de los escenarios para garantizar sus privilegios y espurias ganancias. Es ahora, es hoy, el mañana será muy tarde. Levantarse, sacudirse y rebelarse es la consigna.