Félix Loarca Guzmán

Conforme pasan los días, está más cerca la fecha de la primera vuelta de las elecciones generales en Guatemala, y paralelamente crece el desencanto entre los ciudadanos, al considerar que no existen las condiciones adecuadas para el desarrollo de un evento de esta naturaleza.

Los potenciales votantes están convencidos que, el sistema electoral y legal de la República está estructurado sobre un marco antidemocrático, que no solo alienta la impunidad sino que impide la transformación de las principales instituciones nacionales.

En un debate entre varios diputados realizado anoche bajo el auspicio de la Asociación de Gerentes de Guatemala, Noticiero Guatevisión y Emisoras Unidas de Guatemala, uno de los participantes dijo demagógicamente, que las elecciones del próximo 6 de septiembre, serán la gran oportunidad para lograr los cambios que el país necesita.

Sin embargo, eso no es cierto, porque casi todos los partidos políticos, sus diputados y sus candidatos son más de lo mismo. Con esos antecedentes, el pueblo no tiene la opción de escoger una alternativa diferente.

En otras elecciones, los ciudadanos pensaban en votar por el menos peor, pero ahora no hay ningún candidato que por lo menos sea una esperanza ligeramente aceptable.

En ese contexto desalentador, el ritual de ir a depositar el voto en las urnas, se convierte en una farsa o un engaño. La Ley Electoral y de Partidos Políticos es la misma, pues los actuales diputados, especialmente los del partido Lider de Manuel Baldizón, han torpedeado la aprobación de las reformas que el pueblo ha estado demandando, para poner freno a la reelección en el Organismo Legislativo y en las Alcaldías Municipales, así como para detener el transfuguismo de un partido a otro.

Y aunque las pretendidas reformas a la ley todavía son tímidas, las mismas no avanzan, porque el sistema político está corrompido, confirmando lo que me dijo hace pocos días un destacado académico, sobre que en Guatemala no hay democracia, pues lo que existe es la dictadura del gran capital.

Basta ver que casi todos los candidatos son personas que pertenecen al sector empresarial con grandes recursos económicos. Otros cuentan con patrocinios cuestionados, como uno que ha sido señalado de tener el apoyo de militares del pasado.

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