Juan Antonio Mazariegos G.

A largo de varias semanas hemos sido testigos de cómo las bancadas del Partido Patriota y de Libertad Democrática Renovada simplemente se han abstenido de participar o concurrir a las diferentes sesiones parlamentarias convocadas en el Congreso de la República. Amparados en excusas, irresponsabilidad, engaños puestos de manifiesto en llegar a la toma de lista y luego retirarse o simplemente porque no les da la gana, las bancadas mayoritarias del Congreso se han ausentado del quehacer legislativo.

Por supuesto, no es coincidencia que tengan los mismos intereses, ya a lo largo de muchos meses hemos presenciado como el mayor partido de oposición, según su número de diputados, se une al partido de Gobierno y en conjunto aprueban préstamos, escogen cortes o tranquilamente, como ahora, le echan llave a la puerta y decretan una inamovilidad de hecho al Congreso que no está por demás decirlo, cuenta con el beneplácito de una Junta Directiva y un Presidente de la misma que no tiene capacidad o interés alguno para que la situación cambie o en hacer valer la ley para simplemente cumplir con sus funciones.

Seguro la agenda no les es de su agrado, en ella se perfilan tres antejuicios, incluyendo uno en contra del Presidente de la República, así como la aprobación de la nueva Ley Electoral y de Partidos Políticos que luego de venir impulsada por una demanda ciudadana fue recibida en el Congreso con bombos y platillos, la instalación de una mesa pública de discusión y muchas ilusiones que no tuvieron más resultado que domar la propuesta, adaptarla a sus necesidades y luego mandarla a la refrigeradora legislativa.

Por supuesto la Ley Orgánica del Organismo Legislativo contempla sanciones para los diputados que infrinjan sus funciones, como la ausencia reiterada a sesiones plenarias. De igual manera el mismo cuerpo legal contiene artículos que establecen a la Junta Directiva y al Presidente de la misma, atribuciones de control y sanción para las infracciones reiteradas como las que este artículo describe, sin embargo, si te he visto no me acuerdo y en base a un extraño mal que afecta al Congreso, en la cuna de la creación de la ley a todos se les olvida observarla.

Al amparo de la demanda ciudadana para cambiar las reglas del juego político, la discusión debería de estar centrada en defender posiciones y criterios de fondo sobre una ley que siente los cimientos de un nuevo orden. En cambio, acudimos todos a presenciar como me hago la brocha y cobro por ello o lo que es lo mismo el actuar de varios diputados que no tienen interés por conocer y discutir sobre un orden en el que desde ya se sienten excluidos.

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