La perversión de la democracia en Guatemala ha llegado a tales extremos que quienes dirigen al país han logrado tal control de las distintas instituciones que pueden simplemente decidir qué candidatos quieren inscritos y a cuáles hay que negarles la inscripción, todo ello para impedir sobresaltos a lo pactado para cimentar la dictadura de la corrupción que, hoy por hoy, tiene todo el poder para actuar a su sabor y antojo. Ya el Tribunal Supremo Electoral anunció que no inscribiría a los ciudadanos Neto Bran y Roberto Arzú que son molestos para sus propósitos.
Arzú publicó la semana anterior un mensaje en el que recuerda a Giammattei su afirmación en campaña de que él no quería ser recordado como otro hijo de tantas más (usando la palabra exacta y precisa). Y tras una visita a un hospital regional donde pudo comprobar el patético desabastecimiento para atender a los pacientes, le dice que no se preocupe por ello, puesto que él no será “otro más” sino el peor hijo de tantas que ha ocupado la Presidencia.
A velocidad de rayo el TSE comunicó su decisión de sancionar a Arzú y, de corbata, se pasó llevando a Bran que tampoco es del agrado del gran poder. A los ya excluidos, como a los que vayan quedando al margen en el proceso por disposiciones de la superioridad, les queda el recurso legal de Amparo, pero el mismo en última instancia tiene que llegar a la Corte de Constitucionalidad donde ahora, como nunca, el derecho es un papelito shuco porque las decisiones las toma la magistrada que Giammattei colocó en ese alto tribunal.
Quien se calle la boca y no de pretexto para que le sancione el TSE, encontrará otro tipo de obstáculos difíciles de superar. Si desempeñó algún cargo público, la Contraloría General de Cuentas de la Nación se encargará de negarle el finiquito y si ya lo hubiera extendido se lo revocará tranquilamente. Por ello tan crítico el proceso que se sigue para elegir Contralor, porque quien no se pliegue para cumplir esa exigencia también quedará fuera de la jugada, aunque figure en la lista de 6.
Y si el político no fue ni ha sido funcionario público, para ello están las muchas fiscalías que en un fin de semana pueden armar un caso para acusar de la comisión de delito a cualquiera y eso, por supuesto, los deja fuera de la contienda como ya hicieron en la elección pasada con algunos peligrosos contendientes. De suerte que todo aquel que sea un peligro para el sistema quedará fuera porque así funciona esta nuestra “democracia”.