Fernando Mollinedo C.

Toda esta saga de corrupción los retrata y los humilla. Retratan al Gobierno actual, a los pasados y sus financistas como los “non plus ultra” del descaro, desfachatez, hueveo, inmoralidad, impudicia y cinismo. En materia de honestidad fallaron estas personas que pregonaron en la llanura política su lucha contra el despilfarro gubernamental de la época.

NO hay un ministerio digno de aplauso, no hay un político digno de admiración, no hay institución gubernamental que se salve de la ola de corrupción alentada por los “altos” funcionarios, quienes en su voraz depredación del erario hasta inventaron fórmulas de alquimia para exprimir sus bajas pasiones y mostrar su evidente carencia de valores, educación y cultura.

HAMBRE CERO. Sí, pero para ellos, los gobernantes; hambre cero para la chusma incrustada a puro huevo en el servicio diplomático, para los hijos y amantes de los funcionarios, ministros, directores, alcaldes, jefes de policía y de Cocodes afines a la podredumbre moral de sus jefes y amos.

Día a día, la pobreza se profundizó y con ella los vocingleros patriotas, unionistas, uneistas y demás demostraron su incapacidad; pobreza y miseria retratan su fracaso, y la acumulación de lacras de los gobiernos previos desde los últimos treinta años (léase: Cerezo, Serrano, De León, Arzú, Berger, Portillo, Colom). La pobreza no se mejora con propuestas, mejora con hechos; sin tela de donde cortar, es imposible disminuir el tema más acuciante y más grave de nuestro país: la corrupción. Es decir, que no hay políticos honrados ni decentes.

¿Qué porcentaje de población aumentó en su pobreza? ¿Cuántas personas viven y subsisten en estado de pobreza extrema? Esto es: carecer de recursos incluso para alimentarse. ¿Cuánta población dejó el rubro de pobreza y ascendió a un nivel económico superior para captar recursos con dignidad? ¿Se redujeron las carencias en educación, salud y seguridad en la población? ¿Hubo mejora en el acceso a la alimentación y vivienda digna?

Los gobernantes asumieron sus cargos entre pompa y elegancia, declarando –todos– cruzadas nacionales contra el hambre, estrategias de inclusión y bienestar social, abatir la pobreza, combate a la desnutrición y marginación social; y… ¿Qué sucedió? Lo de siempre: toda ha empeorado. Tratar de revertir estas tendencias es tan ilusorio como tapar el sol con un dedo.

La vida pública de los funcionarios y empleados públicos, no es tan simple y hay temas, que aun cuando bajan de intensidad y beligerancia, no desaparecen; sobre todo, cuando hubo y persisten conductas inmorales por descuido, avaricia, desaseo, babeo de protagonismo, cinismo o, peor aún, por la prepotencia de que como nada pasa, entonces… todo se puede; o como tengo el poder: lo sé todo y lo puedo todo, se hace lo que yo digo y como yo lo digo.

Este jueves, el Presidente volvió a caer en esta dinámica de la que piensan que por ser gobernantes lo que ellos piensen y creen, sea la verdad. La endogamia económica de la pareja presidencial provocó que algunos de sus negocios sean procesados como parte de esas tormentas que con el tiempo, creen que pasarán; pero…

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