WASHINGTON
Agencia AP

A pesar de haber gastado miles de millones de dólares y de matar a más de 10 mil extremistas, el grupo Estado Islámico no es más débil que hace un año, cuando comenzó la campaña de bombardeos aéreos de la coalición liderada por Estados Unidos, según concluyen agencias de inteligencia estadounidenses.

La campaña militar ha evitado la caída de Irak y pone cada vez más presión sobre el grupo en el norte de Siria, especialmente en Raqa, la capital de su autoproclamado califato. Pero los analistas de inteligencia consideran que la situación en su conjunto sufre un estancamiento estratégico: Estado Islámico sigue siendo un ejército extremista bien financiado capaz de reponer sus filas con yihadis extranjeros tan rápido como Estados Unidos los elimina. Además, el grupo se ha expandido a otros países, como Libia, la península del Sinaí egipcia y Afganistán.

Las evaluaciones realizadas por la CIA, la Agencia de Inteligencia de Defensa y otros entes parecen contradecir la línea optimista adoptada por el enviado especial del gobierno de Barack Obama, John Allen. El general retirado dijo en un foro en Aspen, Colorado, la semana pasada que «EI está perdiendo» en Irak y Siria. Los análisis fueron descritos por funcionarios que pidieron no ser identificados porque no estaban autorizados a hablar del tema en público.

«No hemos visto ninguna degradación significativa en sus números», dijo un funcionario de Defensa citando estimaciones de inteligencia que suponen que la milicia radical tiene entre 20 mil y 30 mil efectivos, la misma cifra que cuando comenzaron los ataques en agosto pasado.

El poder que sigue manteniendo Estado Islámico plantea también dudas sobre el enfoque de Washington hacia la amenaza que representa el grupo para Estados Unidos y sus aliados. Aunque las autoridades no creen que estén planeando ataques complejos en occidente desde su territorio, la llamada del grupo a musulmanes occidentales para que maten en sus países se ha convertido en un problema grave, según sostienen el director del FBI, James Comey, y otros funcionarios.

Sin embargo, con la campaña de bombardeos y formación del gobierno de Obama, que prohíbe que soldados estadounidenses acompañen a combatientes en el frente o dirijan ataques aéreos desde el terreno, expulsar a los radicales de sus bastiones podría tomar una década, según analistas. Washington está convencido de que no desplegará soldados en la zona de combate a pesar de las peticiones de algunos en el Congreso para hacerlo.

La coalición liderada por Estados Unidos y sus aliados sirios y curdos sobre el terreno ha logrado algunos avances. En los primeros seis meses de 2015, EI perdió un 9,4% del territorio que había conquistado, según un análisis de IHS, un grupo que monitorea el conflicto. La campaña militar sirvió para terminar con el sentimiento de impulso e inevitabilidad surgido tras el impresionante avance de la milicia radical el año pasado.

«En Raqa, que están siendo estrangulados lentamente», dijo un activista que huyó de la ciudad a principios de año y habló bajo condición de anonimato para proteger a sus familiares y amigos que siguen allí. «Ya no existe el sentimiento de que Raqa es un refugio seguro para el grupo».

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