El “retorno” de Manuel Baldizón no fue por su “disposición para enfrentar la justicia y limpiar su nombre”, como él dice ahora, sino resultado de una deportación luego de haber cumplido su condena en Estados Unidos por delitos que él confesó. Dijo, cínicamente el político, que él renunció a su petición de asilo, no obstante que Estados Unidos no otorga asilo a nadie que haya cometido y confesado crímenes vinculados con el narcotráfico, razón por la cual su afirmación es tan falsa como las invocaciones que hace a la palabra divina, acción totalmente de moda entre la gente del más bajo mundo.
El cabestrillo que se puso al llegar al país es ya el sustituto de las esposas para los que tienen cuello blanco y él, orgulloso, siguió los ejemplos de Sinibaldi y Pérez Molina, no solo en colocarse esa banda (y no presidencial precisamente), sino también en la cantaleta de arremeter contra aquellos que investigaron sus delitos y ahora son objeto de la tenaz persecución de un Ministerio Público al que convirtieron en instrumento de impunidad para los implicados en corrupción.
Baldizón no puede borrar con un salmo los mensajes que oportunamente envió, ofreciendo su colaboración eficaz en investigaciones que se llevaban a cabo justamente cuando él enfrentaba ya proceso en Estados Unidos donde, tras su confesión, fue condenado. Pero ya sabemos que es simplemente un político más, que ahora se acoge a los privilegios que ofrece a los más corruptos un sistema penal que está completamente cooptado, pues quienes lo dirigen fueron postulados por comisiones amañadas cabalmente para generar ese escudo de impunidad.
Y Baldizón fue uno de los actores principales en la conformación de las Cortes. Y las actuales, que están ya por cumplir tres años de prórroga inconstitucional de su mandato, son parte de aquello que se conoció como comisiones paralelas, generando casos que, como todos los que se iniciaron a partir del 2015, están siendo, uno a uno, clausurados por fallos que devuelven al país a la situación que siempre se dio, en el sentido de que la corrupción de los encopetados no es tema para la justicia.
El caso contra Baldizón se convertirá en otro que se convierte en materia para nuevos procesos contra los operadores de justicia e investigadores que actuaron en su contra. Regresa con la total fe y tranquilidad de que no tendrá ninguna consecuencia penal, lo que le hace invocar a Dios usando frases bíblicas en una retórica que se ha vuelto absolutamente corriente entre todos aquellos que, con cinismo, se dan baños de pureza con invocaciones divinas.