Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

Bien sabíamos que la sola renuncia de la vicepresidenta Baldetti no iba a solucionar los problemas derivados de que nuestros políticos hayan ido capturando posiciones en las instituciones del Estado hasta llegar a tener en sus manos el total control de su gobierno dándole la espalda a la voluntad popular. De esa cuenta, el trabajo de la CICIG se volvió, aparte de dificultosa, de monstruosas dimensiones. Bien podrá capturar infraganti a un corrupto funcionario, que le va a costar muchísimo condenarlo en los tribunales, no digamos llegar a tener el control total de la corrupción en la administración pública. Por ello es que cuando escuchamos que los diputados del actual Congreso de la República iban entrarle a la reforma de la Ley Electoral y de Partidos Políticos, no tuve otra opción más que esbozar una leve e irónica sonrisa.

¿Alguien creyó que los diputados electos con mafiosos procedimientos se iban a poner la soga al cuello? Por favor, solo los que todavía creen en Santa Claus y en la Mujer Maravilla se les pudo ocurrir semejante utopía. De esa cuenta, el adefesio de proyecto, que ya fue aprobado en primera lectura, sigue conteniendo medidas que ni por asomo van a impedir el sucio y corrupto financiamiento de los partidos políticos, mucho menos los erróneos procedimientos para elegir a funcionarios en los tres organismos del Estado. ¿Sabe usted, estimado lector que si se aprueba la citada payasada de proyecto, ni en las subsiguientes elecciones vamos a poder elegir a los candidatos a diputados que sean de nuestra predilección, porque los partidos políticos seguirán teniendo la exclusividad para postularlos y por lo tanto, continuará la venta de curules al mejor postor?

¿Adónde se fueron entonces las sanas intenciones de elegir solo al indispensable número de diputados? ¿Alguien duda del innecesario gasto que hoy le cuesta a la población para sostener ese inútil organismo, cuyos recursos mejor debían emplearse en los hospitales o en las escuelas que tanta faltan le hace a la gran mayoría de la población? Por esto y por tantas cosas más las leyes que pueda emitir el actual Congreso sin tomar en cuenta las reales ambiciones populares resultan en ser nada más que puras payasadas, puesto que lo que requiere el país es un cambio radical de todo aquel inútil aparato estatal, lo que solo puede lograrse a través de arrancar de raíz la mala hierba que lleva tantos años de estar sembrada. No nos engañemos, la mayoría de ciudadanos guatemaltecos bien sabemos de qué pata cojeamos, ¿entonces por qué esperar que de la noche a la mañana los diputados vayan a responder honorablemente al clamor popular?

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