Por NATALIYA VASILYEVA
NOVOSIBIRSK, Rusia
Agencia/AP
Cientos de científicos rusos dicen que las compañías extranjeras se niegan a venderles el equipo científico que necesitan para su trabajo y las publicaciones occidentales rechazan sin explicación sus trabajos de investigación.
Creen que se debe a una combinación de sanciones aplicadas a Rusia por su intervención en Ucrania y a la hostilidad creciente hacia Rusia en los países occidentales.
Desde que Rusia anexó Crimea el año pasado, es casi imposible para los científicos rusos adquirir en Estados Unidos o Japón cualquier material que tenga un doble propósito, dijo el físico Alexander Shilov, del Instituto de Física del Láser en Akademgorodok, o Ciudad Académica, que es parte de Novosibirsk, la tercera ciudad del país.
«Debido a las sanciones» o «el conflicto en Ucrania» son las explicaciones que recibe Shilov cuando se rechaza un pedido ruso. «Cuando venden un pedazo de vidrio, ¿cómo saben si lo usaremos en un láser militar o uno médico?», se preguntó.
El objetivo de las sanciones estadounidenses y europeas es detener las exportaciones al sector de defensa ruso. Al anunciar nuevas sanciones en julio de 2014, la UE señaló que «no deben afectar las exportaciones de bienes y tecnología de doble uso» a Rusia para «uso no militar». En realidad, las sanciones y las penas por violarlas son tan graves que muchas compañías occidentales directamente cerraron la puerta, dicen los científicos.
Un científico estadounidense que colabora con universidades rusas —y que pidió no ser identificado porque no está autorizado a hablar en nombre de su universidad— confirmó que sus colegas rusos tienen dificultades con las compañías occidentales. En algunos casos, dijo, las compañías temen que los equipos sean sancionados durante el envío o que ya no tienen personal de mantenimiento en Rusia para repararlos.
Además, los equipos importados son menos accesibles en Rusia debido a la devaluación del rublo a casi la mitad desde la anexión de Crimea.
La situación de los científicos es aún más complicada debido a las prohibiciones de que el sector privado financie la ciencia debido a sospechas de influencia occidental. Este año, el gobierno calificó a la fundación Dinastía, la mayor fuente de fondos privados para la ciencia en Rusia, de «agente extranjero», lo cual la deja sujeta a auditorías e inspecciones sin aviso. Es un término de la Guerra Fría con connotaciones de espionaje. La fundación provocó las iras del gobierno porque su fundador ruso la financia con dinero transferido de sus cuentas en el extranjero.
«Si Dinastía es un agente extranjero, cualquiera que tenga contratos con dinastía es cómplice de un agente extranjero», dijo Shilov. «Ahora todos somos espías».