Dra. Ana Cristina Morales Modenesi

Diferentes situaciones pueden llegar a provocar tristeza a distintas personas. Pero ya alguien ha dicho, que el dolor es percibido como una injusticia. La tristeza con frecuencia tiene un elemento casi no descrito y es una cierta repelencia que estimula en los demás.

Cuando se le pone atención a una persona triste, siempre existe la posibilidad de contagio emocional. Por lo cual es más fácil, no hacerle caso a su presencia, por temor a vivir de la misma experiencia.

La tristeza se manifiesta con lágrimas o con perplejidad, el dolor viene desde un lugar muy interno y profundo del ser. Con desesperanza y falta de alivio, conecta tristezas anteriores, hasta llegar a una tristeza primordial, quizás, perteneciente a la niñez.

El escritor Anton Chejov, en su cuento: “La tristeza”. Describe como un hombre, llamado Yona, quien ha perdido a su hijo pretende hablar y compartir su dolor con otras personas. Y como estas, rechazan oírlo.

La tristeza de Yona, cochero de oficio es descrita desde lo físico hasta su interior. “…Yona está todo blanco, como un aparecido. Diríase que ni un alud de nieve que le cayese encima lo sacaría de su quietud”/ “…sentado en el pescante de su trineo, encorvado el cuerpo cuanto puede estarlo un cuerpo humano, permanece inmóvil… Hállase sumido en sus reflexiones…Parece aturdido, atontado y mira alrededor como si acabara de despertar de un sueño profundo”.

“Torna a quedarse solo con su caballo. La tristeza invade de nuevo, más dura, más cruel, su fatigado corazón. Observa la multitud que pasa por la calle, como buscando entre los miles de transeúntes alguien que quiera escucharle. Pero la gente parece tener prisa y pasa sin fijarse en él. Su tristeza a cada momento es más intensa. Enorme, infinita, si pudiera salir de su pecho inundaría al mundo entero”

“Yona exhala un suspiro. Experimenta una necesidad imperiosa, irresistible, de hablar de su desgracia. Casi ha transcurrido una semana desde la muerte de su hijo; pero no ha tenido aún ocasión de hablar de ella con una persona de corazón. Quisiera hablar largamente, contarla con todos sus detalles. Necesita referir cómo enfermó su hijo, lo que ha sufrido, las palabras que ha pronunciado al morir. Quisiera también referir cómo ha sido el entierro…Su difunto hijo ha dejado en aldea una niña de la que también quisiera hablar. ¡Tiene tantas cosas que contar! ¡Qué no daría él por encontrar alguien que se prestase a escucharlo, sacudiendo compasivamente la cabeza, suspirando, compadeciéndolo! “

El relato de Yona, es el relato de las necesidades de una persona que sufre ante una pérdida irreparable, como la muerte de su hijo, lo vemos física y anímicamente triste. Y ante una soledad indeseada, busca consuelo y se acerca a la gente para su obtención. Sin embargo, lo que obtiene a cambio es la distancia y la indiferencia. Necesita hablar de su dolor, ser comprendido y escuchado. Pero las personas que le rodean, están ensimismadas dentro de sus propias vidas, y les resulta imposible hacer un alto para ayudar a Yona. Y de forma precisa la labor de un psicoterapeuta consiste en escuchar esos relatos que a las personas les resultan tan dolorosos y dar acompañamiento a su dolor.

 

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