José Roberto Alejos Cámbara
Y los partidos tradicionales o llamados “viejos partidos” iniciaron sus trámites para inscribirse como organizaciones nuevas cumpliendo con la disposición de que, en los nuevos Comités Ejecutivos, no figuraran quienes en el pasado hubieran sido parte de esos Comités antiguos.
Como era de esperarse, apareció gente antaña que en su oportunidad habían abandonado las agrupaciones políticas como los socialdemócratas que al ver desviados los ideales tomaron distancia e incluso el exilio. Pero los jóvenes también estábamos en el escenario y yo con tan solo 22 años de edad sería el Secretario de la Juventud.
Empezó el proceso para realizar Asambleas Municipales para tener la base mínima que exige la ley; y de esas bases municipales surgirían los delegados para la Asamblea de cada departamento y posteriormente para la Asamblea Nacional desde donde se llevaría a cabo la elección del Comité Ejecutivo. Nada ha cambiado, así sigue siendo el trámite.
Una vez terminado el proceso de elección de autoridades del partido prosiguieron las asambleas para designar candidatos a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y aun cuando he mencionado que nada ha cambiado, debo dejar constancia que la gran diferencia era que no había interés por ser candidato a la alcaldía o concejalía, no había interés en ser diputado.
El interés real era salvar al partido y regresarlo a sus ideales revolucionarios que se habían perdido, el interés radicaba en continuar con las conquistas de la Revolución del 44 y la Constituyente de aquel entonces, era lograr que aquel tercer gobierno de la Revolución que se intentó con Julio César Méndez Montenegro, finalmente llegara.
Para ser honesto debo decir que mi experiencia era nula, pero fui aprendiendo y en el proceso vi que era “normal” que llamaran al Secretario del partido para decirle que el acta de la Asamblea estaba lista y que debía venir a la capital a firmarla y este respondía “háganme la firma porque no puedo llegar”.
Desconozco si así sucedió con aquel diputado del Quiché que después de tomar posesión como constituyente, se supo que no sabía leer ni escribir, aunque siempre aseguró que había aprendido gracias a Edgar Arnoldo López Straub también diputado por el Quiché.
Esa confianza o mala costumbre era ilegal, pero nadie decía nada porque los intereses no eran malignos ni pendencieros más bien eran por ser parte de una Constituyente destinada a sacar al país de la crisis política y salvar, como ya lo dije, a su partido.
Hoy esos intereses genuinos no los verán ojos humanos, porque desde el momento en que se está formando un partido ya impera un interés por un cargo político, por ganar dinero. Cuando se realizan las asambleas se “busca” gente que después no estorbe, y es por ello que vemos que los Comités Ejecutivos quedan compuestos por parientes. El secretario municipal responde a los intereses del secretario departamental que busca una diputación o negociar esa diputación, es decir vendiéndola. Este individuo también quiere ser parte del Comité Ejecutivo Nacional, o “poner” ahí a sus parientes.
Los constituyentes tuvimos la intención de fomentar participación ciudadana, pero han desfilado una treintena de partidos que no han durado y los que han “sobrevivido” se mantienen en medio de batallas internas que los dividen. Para ser un líder nacional se necesita ser un líder capaz de mantener a su partido unido o bien propiciar la creación de su propia organización como lo yo intenté para lograr ser candidato (La historia la escribiré después).
Hoy, el político que busca ganar una selección invierte su tiempo haciendo todo contrario a buscar la empatía con la gente, todo lo contrario, a buscar cómo se solucionan los problemas y cómo satisfacer las necesidades de la población. ¿Vamos a permitir que esto siga de esa manera? (CONTINUARÁ)