La polarización se ha convertido en un fenómeno mundial que simplemente persigue dividir a las sociedades de manera irreconciliable, explotando reales o ficticias diferencias ideológicas que se exacerban a través del nuevo medio de comunicación que son las redes sociales, mismas que aguantan con todo. La verdad es lo menos relevante dentro de la estrategia de la polarización, porque se trata de apelar a sentimientos encontrados, muchas veces firmemente arraigados por pasadas experiencias sociales, y con ello el resto se vuelve realmente fácil.
En esto contribuyen, desde uno y otro lado, radicalismos que provocan reacciones de rechazo y que facilitan la manipulación de quienes promueven y explotan la polarización como un medio para inmovilizar a las sociedades que no pueden alcanzar acuerdos en ese complejo escenario de enfrentamiento y radicalismos.
El plebiscito en Chile, para aprobar o rechazar la propuesta constitucional que hicieron los constituyentes después de que 80 por ciento de los electores decidiera que había que cambiar la vieja constitución de Pinochet, fue un estrepitoso fracaso producto de esos dos factores que mencionamos. Por un lado, un grupo vociferante de constituyentes de izquierda con un discurso que creó temor entre la ciudadanía y por el otro los propagandistas de la polarización, explotando eso y la facilidad generada para manejar la percepción de la gente respecto a una nueva Constitución.
Como pasó en Guatemala con la intención de reformar el sistema de justicia, algo que todo mundo entendía como necesario, la inclusión del tema del derecho indígena bastó para explotar la división social que persigue, finalmente, evitar cambios al sistema. En Chile la población indígena es el 12 por ciento del total y la inclusión del concepto de plurinacionalidad y autonomía para las regiones donde habitan, generó el mayor rechazo, según las encuestas. Es difícil explicar y entender la pluriculturalidad, pero mucho más algo que se percibe como elemento que rompe con la unidad nacional.
A ello se sumó la propaganda sobre el tema de la propiedad privada que los constituyentes no supieron plasmar en forma de garantía absoluta a tal derecho, dejando espacios de crítica que terminaron siendo demoledores, lo que significó que entre los radicalismos de una izquierda con ceguera y una bien diseñada campaña de polarización, que revivió en mucho lo vivido antes y después de Allende, fuera previsible el rechazo mayoritario.
Según acuerdo de las dos principales fuerzas políticas, de gobierno y oposición, se continuará el proceso constituyente, pero tomando en cuenta el sentir de la población polarizada que no quiere radicalismos, queda una ardua tarea por delante.