Marco Trejo
Las actuales autoridades del Comité Olímpico Guatemalteco (COG), presidido por Gerardo Aguirre Oestmann han montado un “show” internacional para perpetrar sus malévolos fines y poder perpetuarse en la presidencia del organismo olímpico, donde han manejado millones de quetzales que les ha permitido vivir con lujos, que no nos imaginamos, a costillas de la entidad deportiva.
En este gobierno el COG ha recibido Q293 millones 244 mil, lo cual desvirtúa el señalamiento de que existe una maniobra gubernamental, para sentar en la silla al electo presidente Jorge Alexander Rodas Hurtarte, quién resultó electo el pasado 9 de octubre de 2021, sin embargo, hasta el momento no ha podido tomar posesión del cargo que debió haberse dado en marzo de este año.
Pero si analizamos números, para entender el porque es tan apetecible la dirigencia deportiva, entre el COG y la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala (CDAG), se manejan alrededor de Q4 mil 996 millones del aporte constitucional para promover el deporte federado, lo cual no se produce porque el 60 por ciento es destinado para el gasto administrativo.
Según datos de la Oficina de Información Pública, en el COG hay contratados más de 212 asesores, entre ellos familiares de funcionarios públicos, lo cual ha evitado que sean auditados, los últimos ocho años de gestión administrativa, de la máxima autoridad olímpica.
Incluso nuestro único medallista olímpico, Erick Barrondo ha revelado que para participar en los Juegos Olímpicos se preparó con sus propios ahorros y dinero de sus patrocinadores, lo cual demuestra en qué invierte el presupuesto la dirigencia deportiva.
Ante esta realidad, los miembros del Tribunal Electoral del Deporte Federado (TEDEFE), plantearon una acción de inconstitucionalidad en contra de la elección realizada, el 22 de diciembre del año pasado, en la cual la planilla del señor Aguirre resultó ganadora, pero con base a nuevos estatutos y una comisión electoral integrada por personas afines al cuestionado dirigente deportivo.
Pero fue hasta este 4 de agosto que todo su montaje se le cayó, cuando la Corte de Constitucionalidad (CC) con votos favorables de la presidenta Dina Josefina Ochoa Escribá, y los magistrados titulares Héctor Hugo Pérez Aguilera, Néster Mauricio Vásquez Pimentel y Leyla Susana Lemus Arriaga, resolvieron una acción de inconstitucionalidad que presentó el TEDEFE, en contra de la aprobación de nuevos estatutos del Comité Olímpico Guatemalteco (COG) y por ende la reelección de Gerardo Aguirre como presidente.
Desde hace meses el COG, ha realizado publicaciones para decir que, si la CC declara con lugar la inconstitucionalidad de los estatutos aprobados por el COI, serían los atletas olímpicos, quienes sufrirían las consecuencias porque quedarían fuera de toda competencia internacional. Con esta manipulación varios atletas han caído en la trampa, incluso se han manifestado en contra de la resolución de la CC y han instado que se reconsidere la misma para evitar que: “seamos suspendidos de toda justa olímpica”.
Pero lo que debemos sopesar es que el COG ha esquivado en múltiples ocasiones denuncias por anomalías de gestión. Sin embargo, durante la realización de los Juegos Olímpicos de Tokio 2022 se hicieron gastos para beneficiar dirigentes deportivos que han favorecido con su voto la planilla de Aguirre Oestmann, quien recibió US$5,320 en viáticos lo cual evidencia el derroche presupuestario.
Pero no todo queda allí, se menciona que la actual dirigencia deportiva ha extorsionado a los federativos, quienes aseguran que los llaman para decirles que, si no votan por ellos, no van a recibir las partidas presupuestarias que les corresponden y por ende los ahorcan financieramente, por lo que caen en “crisis económicas”, con sus proveedores y personal administrativo, lo cual afecta el trabajo federativo.
Por estas y otras razones tenemos que analizar la situación de nuestro deporte federado, ¿será que tenemos que dejar pasar estos escenarios? o tenemos que hacer algo para evitar que los dirigentes, se sigan llenando los bolsillos, a costa de los atletas, quienes, con justa razón, hacen un llamado de reflexión, pero sin poner en la mesa las consecuencias de tener un deporte corrupto, que solamente beneficia a los dirigentes y amigos.