Dr. Alfonso Mata

Doce sábados en la plaza central: ¡Renuncien! ¡Váyanse! ¡No más corrupción! ¡No los queremos! muy emocionante estar entre tanta gente y al paso de los días, surge solitaria con su peso, circunscribiendo la esperanza y no dejando respirar la democracia “la ley del más fuerte” esa ley que rige parar sí, sin importarle el momento tuyo, de aquel, mío, sino ella y sus amos, adquiriendo más poder que la propia vida humana. Todos estamos conscientes de que es una ley insoportable, injusta, esclavizante, contra ella y sus devotos es que manifestamos.
Llama la atención en las manifestaciones de protesta, la cantidad de jóvenes alzados contra esa ley anciana y longeva, caminante de siglos, que condena a la mayoría a la resignación y aceptación del mundo tal cuál es, cercenándole oportunidades. La juventud ha rasgado el velo del miedo y mostrado en grandes titulares, el divorcio entre las nuevas generaciones por un lado, y el sistema político por otro, entre lo cual sobresale el sistema de imposición a que nos someten los partidos vigentes, mejor dicho sus líderes, en su propio beneficio.
Los jóvenes no votan, ¿por qué será? Será porque en el fondo no creen en eso, no siendo ellos los culpables. Tildarlos de cabezas huecas, indiferentes, es ver las cosas por encima. No es que no les importe, probablemente es su modo silencioso y solitario de protesta, pues la gente sólo puede expresarse de dos maneras: hablando y callando. El voto por el menos malo (cosa que se ha vuelto rutina en nuestro medio) es una forma parcial e inútil de expresar repudio. A veces el silencio dice más que las palabras. La ebullición del lenguaje hablado por fin emergido; los jóvenes de las protestas, unidos en causa común (que no debe silenciar ni el tiempo ni el temor) deben sostener su convicción, denunciar el pillaje y la corrupción disfrazada de obra buena, el robo a su identidad y futuro, que les coarta libertades y oportunidades a una vida digna y justa.
Los padres que participamos no estamos ciegos, vemos que al paso a que vamos, nuestros hijos no tendrán ni siquiera lo mismo que nosotros. También reconocemos que nuestros padres un día por nosotros lucharon, consiguieron unos derechos que hoy atados están a “legalidades” que sólo llevan a perpetuar corrupción y oportunismo.
La aglutinación de voces lleva varios mensajes, no tildemos de locos o ilusos a la gente que manifiesta, primero escuchemos con respeto y sin descalificarlas y luego hay que saber esperar sin claudicar. Ese movimiento nos choca a los viejos, pues esos jóvenes no parecen esperar órdenes de nadie, actúan esporádicamente. ¡Paciencia! estoy seguro que poco a poco van a unir la emoción a la razón. Los mensajes perpetuos y valiosos, nunca salen de la improvisación y de luzasos, se van moldeando. La gran pregunta no es ¿cómo acabará todo? la gran pregunta debe ser, como lo es en el amor: mientras dura, permite posibilidades. Hay un gran dicho de José Luis San Pedro “las batallas hay que plantearlas, se ganen o se pierdan” El sólo hecho de plantearlas, lo que hace es ratificar y avanzar; no hay que matar las causas por medio del “exitismo” eso ni la vida lo plantea así. El mundo político tiene preso al mundo social dentro de un sistema de valores, que coloca el éxito (sin ser merecedor) por encima de toda las virtudes, eso mata el desarrollo social. La lucha será ardua y habrá que plantear muchas batallas. En algunas perderemos, pero no hagamos caso a la gran mentira que se nos ha inculcado de que perder no tiene redención, ¡mentira! lo que no tiene redención es rendirse; recordemos aquel dicho “Mierda, la Guardia muere, no se rinde”. Ahora que nos metimos a todo esto, tenemos que tener claro que no estamos condenados a ganar a ganar, sino a perder también y eso no nos puede quitar ni un poquitito de razón, pero sí nos rendimos a la primera, eso nos puede quitar el corazón y la esperanza. Tengamos en mente que los dos hombres más justos salidos de nuestra civilización: Sócrates y Jesús, murieron condenados por la justicia ante causa justa. Nosotros no vamos a llegar a tanto, así que adelante, probemos todos los causes, en alguno no nos ahogaremos, los malos hacen eso y por eso llegan a donde llegan. ¡Coraje y adelante!

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