WASHINGTON
AP

Con un toque de vendedor y otro de profesor de física, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha asumido la tarea de vender el acuerdo nuclear con Irán con el entusiasmo del comercial que no acepta un «no» por respuesta.

Después de una hora de rueda de prensa ayer sobre los detalles del acuerdo, Obama parecía sin ganas de terminar.

«¿Se nos han acabado las preguntas de Irán aquí?», preguntó, sacando un papel del bolsillo para asegurarse de que no se le había olvidado nada. «Estoy disfrutando mucho de este debate sobre Irán».

Al presidente no le faltarán ocasiones para hablar del tema. El acuerdo ha generado una férrea oposición entre los republicanos del Congreso e incluso entre algunos demócratas. Israel, un aliado de Estados Unidos, rechaza de plano el pacto. Sin olvidar al pueblo estadounidense, que mira a Irán con suspicacia y no aprueba la gestión general que ha hecho Obama de las relaciones entre Washington y Teherán.

Pero después de lograr el histórico acuerdo tras años de vaivenes en las negociaciones, el presidente está claramente aliviado de tener algo que ofrecer. Y se ha inmerso hasta en los más mínimos detalles del acuerdo de 100 páginas.

En su rueda de prensa, habló de centrifugadoras y reservas de uranio. Valoró dinámicas políticas, nacionales e internacionales. Desafío a sus detractores a buscar una alternativa mejor, y mostró confianza en que no podrían.

Si Irán intenta hacer la jugada de establecer un programa nuclear encubierto, aseguró el presidente, «tendrán que dar explicaciones».

Pero la mayoría de la gente no va a escuchar un alegato de una hora sobre el plan. Así que la tarea de la Casa Blanca es reducir un acuerdo muy complejo a cuestiones que pueda comprender el público sin perderse en la física nuclear.

Eso requiere un mínimo de confianza en que el presidente hizo bien. Y suficientes detalles para respaldar sus afirmaciones, pero sin que resulte abrumador.

Con su detallada defensa del plan, Obama está «asegurando a los estadounidenses que sabe de lo que está hablando y que pueden tener fe en que está completamente informado en lo que es un asunto bastante complejo», explicó el secretario de prensa de la Casa Blanca, Jay Carney.

Los detractores del acuerdo, tanto en casa como en el extranjero, están decididos a desafiar ese mensaje.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo ayer que en el acuerdo hay «cosas absurdas», y acusó a los líderes mundiales de caer en «un trampa de sonrisas tendida por el tiránico régimen iraní». El aspirante a la candidatura republicana a la presidencia Chris Christie dijo que Obama mentía a los ciudadanos sobre detalles del plan.

Obama expresó que muchas de esa oposición era predecible, y restó importancia a las críticas en Estados Unidos por considerar que tenían motivaciones políticas.

«Los hechos son los hechos, y no me preocupa lo que digan otros sobre ello», afirmó, antes de asegurar que seguiría hablando del tema en el futuro.

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