Alfonso Mata
Lo que pasa en los Balcanes, en Asia, en EE. UU., en nuestras vecinas repúblicas ¿tiene que ver con lo que pasa en nuestra patria? no hay justicia, no hay moral administrativa ni legislativa, no hay distribución equitativa de bienes, no hay…no hay. Toda la problemática nacional e internacional: Salud, Educación, Finanzas, Laboral, Ecológica, etc., pareciera tener una raíz en común: incumplimiento de contratos sociales y políticos, aprendiendo los unos de los otros y unos y otros aprendiendo del mal ejemplo y la tolerancia que se vive; de la mala enseñanza y aprendizaje desde nuestra niñez. Todo ello obedece en parte, a que estamos oprimidos por los ideales culturales de un individualismo a ultranza, que nos mantiene en perenne angustia por no lograr lo que nos dictan nuestras pasiones: cosa que nos lleva a discordias y luchas con los demás; y ni políticos ni ciudadanos, hemos dado espacio a preguntarnos ¿de dónde nacen esas desavenencias, de dónde nace esa soberbia, envidia e ira? esa conducta antisociable, que nos lleva a caer en un egocentrismo, en que la razón poco puede hacer, confundiendo un ideal de perfección, con uno de poderío, creyendo con ello conquistar la gloria (ser distinto, mejor, dominante y superior) siendo que con ello, lo único que al final se logra, es construir unas pocas vidas aterradas y destruir muchas.
Hemos creado un mundo en que vivir consiste en un estar en medio de una lucha permanente entre hombres, que cada día se torna más aguda e inevitable, dado que nuestro mundo internacional y nacional creado, está enriquecido y repleto de tres actitudes: competencia, desconfianza y búsqueda de poder, con el fin de lograr: ganancia, seguridad y lo mal llamado respeto, que no es más que poder, logrado la mayoría de veces, a base de malas artes. En ese mundo agitado así, no cabe ni justicia ni injusticia, más que en lo teórico e ideal. La fuerza y el fraude, constituyen el centro del trabajo neuronal de esos cerebros y cuando se encierra ese trabajo neuronal en sí mismo, crea fieras, y actuar como tales no requiere de valentía, sino de malicia, producto de calculadora frialdad, para someter toda cosa e individuos a voluntad; cosa que no necesita ni de normas, cumplimientos, ni de piedad.
Es pues más que urgente, que necesitamos una nueva interpretación del mundo; cosa que los mismos políticos, académicos y funcionarios actuales, no nos lo pueden dar. Lo que debemos extinguir, es la visión dentro de la que vive nuestra nación y el mundo. Debemos transformar esa lucha por una existencia ególatra de Individuos y Naciones, por una lucha por lograr una ayuda mutua, a fin de restarle dominio a nuestra parte mal desarrollada de convivencia, que afianza en un modelo político-social de vida, que busca a como dé lugar (corrupción) imponer sus productos en el mercado nacional y mundial, en busca de hegemonía en capital y trabajo, manteniendo una lucha perenne, por lograr a costa de las personas, un capital en mayor busca de ganancia y un trabajo con disminución de beneficios humanos y máximo rendimiento, sin cumplimiento de leyes y normas, pues de lo contrario, no se consigue poder.
Lo más peligroso en todos los sucesos y acontecimientos mundiales y nacionales actuales, es que no se sabe qué va a pasar, ni se sospecha cuál va a ser el desenlace de los conflictos que se están produciendo. Lo que sí parece evidente, es que la vida de individuos y naciones, no puede seguir siendo una lucha por afianzar egolatrías, en vez de una ayuda mutua.