MSc. Flaminio Bonilla Valdizón
Abogado

Por vocación soy jurista, más sobre todo me considero una persona con firmes y arraigados valores. La Hora me cobijó durante largos siete años y hace un par de meses encontré de nuevo la calidez de habitar de nuevo en estas páginas y reaparezco con mi columna “sin esconder la mano”. Casi siempre reflexionó antes de sentarme frente al teclado, otras no, simplemente brotan libres, espontáneas y sin ambages mis palabras y mis apreciaciones. Más con lo siguiente sí formulé una necesaria reflexión y análisis jurídico y deontológico en relación a las declaraciones de un ¿Abogado?, un ¿Magistrado Constitucional?: ROBERTO MOLINA BARRETO, que tuvo la desfachatez de afirmar que el amparo provisional otorgado a Karen Fisher Pivaral era en defensa de la institucionalidad de la Nación y defensa del orden constitucional. ¡Qué cinismo! ¡Qué descaro! ¡Qué afrenta al derecho! ¡Que pisoteo tan infamante de la Justicia! A Karen la admiro, es mi amiga, es como he afirmado en otros medios, una abogada combativa, arrojada y estudiosa, pero en esta defensa oficiosa del señor Pérez Molina, “no tiene vela en el entierro”. Molina Barreto convenció a otros infames magistrados, Héctor Hugo Pérez Aguilera y Marta Estela Araujo Bohr, de echar al traste treinta años de doctrina constitucional, obedeciendo a sus amos; el CACIF, el Rey del Tenis y Maldonado Aguirre en su orden.

Por ello hoy es atinado recordarle a estos ignominiosos Magistrados, qué es y debe significar la TOGA que portamos los ABOGADOS, los verdaderos abogados, no ellos que el 18 de junio se pintaron como leguleyos y chicaneros. La TOGA es el símbolo de la consagración académica, la Toga es virtud, la Toga es decoro, la Toga es seriedad pero sobre todo Dignidad y respeto. No es el puesto ni el chance, sino la conducción testaferril y la indecorosa conducta de la cual han hecho gala estos tres magistrados ¿constitucionales? Nosotros, en nuestra posición de egresados universitarios y por el testimonio de quienes nos conocen y por ello nos conceden un espacio académico y cívico, le reconocemos un valor especialísimo a la alta investidura que la Universidad nos otorga. Y por ello no puede prostituirse, jamás venderse, ni ponerse a subasta o permitirse que se le confunda con actitudes pueriles que desvaloricen lo que un día el ilustre Maestro don Ángel Ossorio les dijo a los juristas argentinos: «la Toga no es casulla de religión, no es ninguna calidad ni ningún disfraz irrisorio. Para el que la ha conquistado y la lleva es FRENO e ILUSIÓN y para aquel que la contempla, es DIFERENCIACIÓN Y RESPETO».

Para mí la Toga es una sensación de conciencia, la representación de un total espíritu solidario, un arco iris de Justicia, un simbólico ropaje de autonomía. La Toga es albedrío, es escrúpulo, es respeto, es compenetración, es el simbolismo de la verdad; es la identificación con la universalidad, con la justicia, con el humanismo, con el derecho, con la fraternidad, con el cientificismo que dan las aulas universitarias. Su conceptualización es sencilla, si entendemos los elevados valores que representa. La Toga es humanidad, encierra un concepto real y verdadero de los valores. La TOGA es anteponer el valor de la VIDA ante el antivalor de la muerte. La TOGA es curación de la herida ante el antivalor de la tortura; la TOGA sirve y debe servir para defender la realidad hiriente y el atropello contra un pueblo y hacerle frente a la desvalorización sociológica del guatemalteco miserable; en cambio algunos utilizan el garrote, las armas y las balas para herir y matar, no para defender al pueblo. Estos magistrados con esta resolución del 18 de junio pasado es como si hubieran ametrallado al Pueblo, como si le hubieran disparado directo al corazón, porque al que hirieron de verdad fue el corazón de la Nación, al pisar con alevosía una Constitución que algún día juraron defender, olvidando festinadamente que ellos tienen como función esencial “la defensa del orden constitucional”, conforme el artículo 268 de nuestra Carta Magna.

En estos mezquinos y vergonzosos magistrados, la valoración moral que se ha establecido en el campo de la filosofía y sus enseñanzas, la desconocen, se alejaron de lo que es la norma moral, que es esa regla inmutable que prescribe a los hombres realizar actos morales absolutamente determinados.

La Toga es concederle la dimensión exacta al valor de la vida. Los enemigos de la Toga le dan un valor reducido a la vida y reniegan el valor simbólico de la casulla académica. La Toga significa para muchos una verdadera «posición de vida». Los irreverentes que reniegan de la Toga, pretenden manipular los valores que de la misma dimanan, con una posición de antihumanidad, de antijuridicidad y manejan a su sabor y antojo conceptos e instituciones que les fueron inculcadas, pero que no captaron ni entendieron, creando figuras inexistentes, producto únicamente de una torcida inventiva y de una oscuridad mental.

Por ello a ustedes magistrados perversos, no les puedo decir que honren la toga, ustedes no lo aprenderán aunque se les enseñe estilo “Pepe y Polita”, en ustedes es connatural el atropello, la conculcación del derecho y pisotear la Constitución, ustedes a la Diosa Temis la ignoran, porque ustedes fueron INDIGNOS de algún día haber sido investidos con una Toga universitaria. Aquí lo que se trata es del valor de la JUSTICIA en contra del antivalor de la IMPUNIDAD. Ustedes magistrados iniciaron el asesinato de nuestra Constitución, la están ejecutando extrajudicialmente y por ese crimen no se les va a linchar, no se les va a negar la oportunidad constitucional de defenderse. Se les aplicará la JUSTICIA que es la virtud de dar a cada uno lo que le pertenece. El sistema judicial guatemalteco y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, les darán una oportunidad, misma que ustedes NO le han dado a Guatemala entera, pero también recuerden ustedes ¿abogados?, ¿jueces?, ¿magistrados?, “en la vida todo puede cambiar de la noche a la mañana”.

 

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