Eduardo Blandón
Flatulencias, hedor insoportable es lo que sale de la boca de los que son perseguidos por la justicia. Sus mañas son descubiertas y lo primero que hacen es expeler ese aliento pútrido extraído de lo más profundo de sus organismos. No, no escribo de halitosis, sino de la descomposición moral que los vuelve apestosos.
Flatus vocis. Un soplo de viento, palabras vacías de contenido. Ese es el carácter de los argumentos de los vinculados a “La Línea”, por ejemplo. Se desvinculan haciendo alarde de complicadas explicaciones. Refutan y niegan todo. Y aunque la evidencia sea palmaria, tratan de decir que son maquinaciones maquiavélicas en su contra. Ardides elaborados por enemigos llenos de envidia.
A los corruptos, sin embargo, no les basta con el desconocimiento de los hechos (grabaciones telefónicas, videos, documentos y testimonios), sino que como delincuentes comunes y ordinarios, contra la razón, contraatacan sabiendo que es lo único que pueden hacer. Ese es el proceder de Luis Chávez y Mirza Arreaga, dos politicastros del bajo mundo político nacional.
Parlotean. Luis Chávez lleno de hipocresía, luego que proclamaba, semanas antes, las virtudes de la CICIG, ahora dice, según La Hora, “que la solicitud planteada por el ente internacional la hace perder su ‘credibilidad’ porque es una ‘payasada’ tramitar antejuicios a diputados que han sido la ‘piedra en el zapato de funcionarios corruptos’. Patadas de ahogado y reacción improvisada al ser sorprendida su corruptela.
El bravucón no terminó con lo anterior. Intimidó como fiera herida: “Me están difamando y puedo demandar a los tres juntos –MP, CICIG y Rodríguez–. Estoy molesto por este montaje que se me ha hecho y voy a llegar a las últimas consecuencias para decirle a esta partida de corruptos que tienen que enfocarse en quienes le están haciendo daño al país”.
No todos los políticos apestan, pero los que se sientan ahora en el banquillo expelen un olor nauseabundo que llega hasta el cielo. Tenemos que terminar con la contaminación y qué bueno que la ciudadanía apoye a los que se esfuerzan por sanear el sistema.