Juan Antonio Mazariegos

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Abogado y Notario por la Universidad Rafael Landívar, posee una Maestría en Administración de Empresas (MBA) por la Pontificia Universidad Católica de Chile y un Postgrado en Derecho Penal por la Universidad del Istmo. Ha sido profesor universitario de la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar en donde ha impartido los cursos de Derecho Procesal Civil y Laboratorio de Derecho Procesal Civil. Ha sido y es fundador, accionista, directo y/o representante de diversas empresas mercantiles, así como Mandatario de diversas compañías nacionales y extranjeras. Es Fundador de la firma de Abogados Alegalis, con oficinas en Guatemala y Hong Kong, columnista del Diario La Hora y Maratonista.

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Juan Antonio Mazariegos G.

Este fin de semana concluyó en Bali, Indonesia, la cumbre 2022, del denominado G20, agrupación que aglutina a los mayores países industrializados y emergentes del planeta, los cuales en una amplia mayoría «están de acuerdo en que la guerra de Rusia contra Ucrania ha ralentizado la recuperación de la economía global que, en consecuencia, se enfrenta a un fuerte revés».

La reunión que no fue capaz de emitir un comunicado conjunto, por la oposición de Rusia y China a los textos propuestos que condenaban la agresión, concluyó con un texto elaborado por Indonesia, país que organizó la cita, agrupando el sentir de la mayoría de naciones que condenaron las hostilidades e hicieron hincapié en la necesidad de poner fin al conflicto bélico. «Los problemas se han agravado debido a una falta de equilibrio entre el suministro y la demanda, las interrupciones de las exportaciones y el aumento de los precios», señala el texto, que también destaca el aumento de la inseguridad alimentaria y energética.

Lo ocurrido en Indonesia o lo que ocurre en Ucrania, luego de la injustificada invasión rusa, suena aún demasiado lejos, para muchos, sin embargo, nos acompaña de cerca, día a día en los altos precios de los combustibles (aún con los subsidios implementados), en el gas, los precios del transporte y poco a poco lo iremos sintiendo en el desabastecimiento de los productos importados que pasan necesariamente por las distintas rutas del comercio mundial, el cual, aún enfrenta enormes cuellos de botella, generados por la pandemia de Coronavirus, como los recientemente vividos en China por su política de cero tolerancia al Covid que concluyó con el cierre de la Ciudad de Shanghái por más de un mes.

Sobre los acontecimientos mundiales, sin duda, muy poco tenemos que hacer, nuestros gobiernos latinoamericanos, tal y como lo demostraron con la pandemia, quedan debiendo y todavía se roban el vuelto a la hora de exhibir sus capacidades, toca pues, plantearse en lo personal y en los distintos gremios donde participamos, acciones concretas que nos permitan no solo capear la crisis que es inminente, si no también aprovechar las oportunidades que para nuestros países, distantes a los focos de conflicto, con materias primas, mano de obra y recursos naturales podamos superar en conjunto la complicada situación mundial, como ya ocurrió durante la Primera y Segunda Guerra Mundial.

El reconocimiento de que la problemática es global, es indispensable, por supuesto, debemos exigir a nuestro gobierno que busque tomar las medidas que estén al alcance de sus recursos y sus capacidades, cuando menos para que no empeore la situación que desde ya le supera. De igual manera, son tiempos de solidaridad y ésta debe prevalecer, pensando en aquellos menos favorecidos y por último, son tiempos de buscar dar lo mejor de nosotros mismos, dentro de nuestro día a día, a través de nuestra responsabilidad y nuestras capacidades, para que no solo enfrentemos la crisis, si no que la superemos y salgamos fortalecidos de ella.

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