Por MENELAOS HADJICOSTIS y DEREK GATOPOULOS
ATENAS / Agencia AP
Grecia se encaminaba a un futuro desconocido mientras el Ministerio del Interior decía que más de 60% de los participantes en el referéndum para decidir si aceptarán más medidas de austeridad a cambio de nuevos préstamos de rescate se pronunciaron por el «No».
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, quien se juega el futuro de su gobierno de izquierda que llegó al poder hace apenas cinco meses, en este referéndum convocado apresuradamente— insistió en que un «no» fortalecería su capacidad para negociar un mejor trato con los acreedores, mientras que un «sí» significaría capitular ante demandas demasiado duras.
La oposición ha acusado a Tsipras de poner en peligro la membresía del país en el club de las 19 naciones que utilizan el euro y pidió que la ciudadanía vote por el «sí» porque equivale a conservar la moneda única.
Con cerca del 25% de la votación contabilizada el domingo por la noche el Ministerio del Interior emitió un pronóstico diciendo que el «No» ganaría cómodamente.
La votación se llevó a cabo en medio de restricciones bancarias impuestas el lunes pasado, a fin de evitar un agotamiento de capitales en los bancos. Las restricciones han hecho que los griegos formen colas en los cajeros automáticos de todo el país para retirar un máximo de 60 euros (66 dólares) por día. Los bancos estuvieron cerrados durante toda la semana y no se sabe cuándo van a abrir de nuevo.
El eurodiputado del gobernante partido izquierdista Syriza Dimitris Papadimoulis dijo que «los griegos están demostrando que quieren permanecer en Europa» como miembros iguales «y no como una colonia endeudada».
Papadimoulis dijo que el país debe esperar los resultados oficiales y definitivos del referéndum del domingo y llamó a sus compatriotas a mantener la calma.
El ministro de Estado, Nikos Papas, dijo en declaraciones de la televisora Alpha que «sería erróneo vincular el ‘No’ a la salida de la zona euro. Si gana el ‘No’ podremos lograr un mejor acuerdo».
El pulso de Tsipras con sus acreedores —la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional— hizo que Grecia incumpliera un plazo de su deuda la semana pasada y cerrara los bancos para evitar su colapso. El endeudado país también perdió el acceso a miles de millones de euros tras expirar el acuerdo de rescate que estaba vigente.
La sensación de urgencia ha sido patente toda la semana, mientras los griegos trataban de descifrar la compleja pregunta del referéndum entre frenéticos mensajes de catástrofe inminente o desafío.
Nikolaos Papadopoulos, un votante en Atenas, dijo haber votado por el «sí». «Creo en una democracia, en una Europa unida, en un mundo con una buena economía, y quiero que todos trabajemos juntos para avanzar, no que vayamos hacia atrás», dijo.
Otro votante en la capital, Ioannis Nikolau, lo veía de otra forma. «Voté a Tsipras y quiero votar ‘no’ porque he vivido en Europa y sé qué derechos tienen los europeos y los griegos. Sólo por eso motivo. No tienen los mismos derechos», dijo.
Sea cual sea el resultado, a Tsipras le espera un duro camino lleno de incertidumbre sobre si podrá ofrecer un acuerdo mejorado de rescate.
El gobierno griego afrontará difíciles desafíos en cualquier caso, indicó el politólogo de la Universidad de Yale Sathis Kalyvas. Si gana el «no», Atenas podría encontrarse con que los países de la eurozona se niegan a negociar un acuerdo mejor porque desconfían de Tsipras, señaló Kalyvas.
Una victoria del «sí» tampoco supone un camino de rosas, pero probablemente abriría la puerta a un nuevo gobierno que tenga la oportunidad de negociar un acuerdo mejor, dijo el experto.
Si la Unión Europea quiere mantener a Grecia en la eurozona, apuntó Kalyvas, tendrá que dar con «un plan muy generoso», dado que el coste de la crisis se ha disparado más de lo esperado.
Seguir negociando con el gobierno griego será «muy difícil», indicó el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schaeuble, porque la situación económica del país se ha agravado mucho en las últimas semanas. Schaeuble reiteró la postura alemana de que para que Europa funcione, todos los países deben cumplir las normas.
Otro problema con cualquier negociación futura es que los acreedores griegos no están de acuerdo entre sí. El Fondo Monetario Internacional ha sido que no participará en un tercer rescate a menos que incluya un considerable alivio de la deuda griega. Otros países europeos, sin embargo, han descartado aliviar la deuda hasta que Atenas acometa más reformas financieras.
El ministro griego de Finanzas, Yianis Varoufakis, mientras tanto, arremetió contra otros países europeos a los que acusó de demorar el acuerdo de rescate para que se agotaran las arcas de los bancos griegos y forzar a Grecia a aceptar lo que describió como un acuerdo humillante.