Japoneses aún lamentan el asesinato del ex primer ministro Shinzo Abe. Foto La Hora/AFP

La vista se nubló por la pólvora mientras Shinzo Abe, el exprimer ministro japonés se desplomaba sobre una tarima en la calle frente a una estación ferroviaria de la ciudad en el occidente de la prefectura de Nara, luego de dos estruendosos disparos provenientes del exmarino Tetsuya Yamagami, quien a su vez era acorralado por la seguridad.

 

En México, al otro lado del hemisferio del mar, pero en 1994, un suceso similar dejó sin vida a Luis Donaldo Colosio.

Separados por épocas, culturas, ideologías y las aguas del océano Pacífico, ambos pretendían que el estatus quo en sus naciones fuera reformado o en su defecto promover un cambio total en las instituciones de ambas naciones.

Colosio, bajo la visión de cambiar el poderío con el que se aferró el Partido Revolucionario Institucional (PRI) por más de 60 años, del que también era parte, mientras que Abe con un ultranacionalismo que buscaba regresar el poder nipón con reformas a la Constitución y retornar el poderío militar japonés que perdió con la derrota en la Segunda Guerra Mundial.

EL CASO DE ABE

El asesinato de Abe ocurrió apenas a dos días de las primarias legislativas programadas para este domingo, en donde el Partido Liberal Democrático (PLD) de Japón busca reafianzarse en el poder.

Pese a que el PLD se ha mantenido al frente del gobierno, Abe sostuvo una postura revisionista en cuanto a los sucesos ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial en los que Japón estuvo presente, con la negación de crímenes sexuales contra la población coreana, así como la defensa de criminales de guerra.

Además, el líder ultraconservador sostenía que la Constitución japonesa debía reformarse debido a que en el artículo 9 el Estado nipón renuncia a la guerra.

 

“Aspirando sinceramente a una paz internacional basada en la justicia y el orden, el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación y a la amenaza o al uso de la fuerza como medio de solución en disputas internacionales. (2) Con el objeto de llevar a cabo el deseo expresado en el párrafo precedente, no se mantendrán en lo sucesivo fuerzas de tierra, mar o aire como tampoco otro potencial bélico. El derecho de beligerancia del estado no será reconocido”, afirma la normativa vigente en Japón.

La agencia Associated Press (AP) resalta que Abe consideró la Constitución como un legado injusto de la derrota japonesa, una imposición del orden mundial y los valores occidentales de los vencedores.

Sin embargo, Abe generó una estabilidad política con su llegada al poder, luego de un período de seis años con cambios en el gobierno.

También prometió sacar a la economía de su estancamiento deflacionario con la medida denominada como “abenómica”, que es la combinación de un estímulo fiscal con la mitigación del monetarismo y reformas estructurales, según recopila AP.

Sin embargo, bastaron dos disparos de un arma hechiza y la voluntad de Yamagami para apagar los sueños de Abe respecto a las medidas constitucionales, militares e históricas con las que buscaba que el régimen nipón sobresaliera a nivel global, una variación del estatus quo japonés que se ha mantenido desde el final de la conflagración mundial en 1945.

EL CASO DE COLOSIO

En 1994, al igual que Japón, México se preparaba para las elecciones, en este caso presidenciales. Sin embargo, la calurosa Tijuana se manchó de sangre y la controversia en la política mexicana se hizo intensa cuando Mario Aburto Martínez dio muerte a Luis Donaldo Colosio Murrieta.

 

Pese a lo antes mencionado, las declaraciones del candidato del PRI para la presidencia de México dan a notar que el crimen fue planificado desde las esferas del partido.

México vivía en el unipartidismo del PRI, el cual Colosio criticó durante algunos de sus discursos.

“Sabemos que el origen de muchos de nuestros males se encuentra en una excesiva concentración del poder. Concentración del poder que da lugar a decisiones equivocadas; al monopolio de iniciativas; a los abusos, a los excesos. Reformar el poder significa un presidencialismo sujeto estrictamente a los límites constitucionales de su origen republicano y democrático”, sostuvo el presidenciable.

“Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales”, declaró en otro momento.

La responsabilidad de la muerte recaería en el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, de quien se había dicho que Colosio era su delfín, pero que luego había considerado otra opción debido a las críticas del fallido político.

En enero de 2019 Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) dieron a conocer más de 9 mil archivos desclasificados sobre el juicio contra Aburto Martínez en los que se incluyen declaraciones del sindicado, en donde relata que un agente dio un teléfono en el que se establecería comunicación con Salinas de Gortari.

El exmandatario habría hablado con Aburto Martínez negociando lo que él pidiera con la condición de que “de preferencia” hiciera mención a que había sido pagado por otro partido político para cometer el crimen. En el 2000 el caso fue cerrado por la fiscalía a cargo del caso; sin embargo, este viernes 8 de julio se anunció su reapertura.

La Fiscalía General de la República (FGR) informó que reabrió el caso, por lo cual podrían retomarse los procesos penales sobre el asesinato de Colosio, la que sería un punto de inflexión en el poder del PRI debido a que el crimen aún persiste en boca de la población mexicana.

Además tiene relación en el pasado reciente dado que en las elecciones del año 2000 concluirían los 71 años en los que el PRI se perpetró en el poder y finalizaría al dar lugar al triunfo de un partido de oposición; sin embargo, los analistas señalan que en realidad solo se cambió a un bipartidismo, para luego retomar al PRI nuevamente.

 

 

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