El hombre que abrió fuego contra un desfile del Día de la Independencia cerca de Chicago usó un rifle tipo AR-15 para disparar más de 70 balas, provocando la muerte de al menos siete personas, y pudo evadir inicialmente a la policía al vestirse de mujer y hacerse pasar por uno de los participantes en los festejos que huían, informaron las autoridades el martes.
Un portavoz de la Fuerza Especial contra Delitos Mayores del Condado de Lake dijo en conferencia de prensa que el presunto atacante, que fue arrestado el lunes por la noche, usó un rifle de alto poder «similar a un AR-15» para disparar balas desde lo alto de un edificio comercial contra una multitud reunida para ver el desfile en Highland Park, una comunidad a orillas del lago Michigan que ha atraído desde hace mucho tiempo a la gente adinerada y, algunas veces, a los famosos.
Más de 30 personas resultaron heridas en el ataque, incluida una que murió el martes, precisó el portavoz de la fuerza especial, Christopher Covelli.
Los investigadores que interrogaron al sospechoso y revisaron sus publicaciones en redes sociales no determinaron la razón del ataque ni encontraron ningún indicio de que estuviera motivado por odio racial, religioso o de otro tipo, agregó Covelli. El hombre pasó varias semanas planeando el asalto, aseguró.
Las edades de las víctimas identificadas hasta ahora oscilan entre los 13 y los 55 años.⬇️ https://t.co/1ETTGRSotH
— Diario La Hora (@lahoragt) July 5, 2022
Las autoridades no han presentado cargos penales. Agentes del FBI hurgaban el martes dentro de basureros y bajo sábanas de pícnic con el fin de hallar más evidencia en el sitio del ataque. Al principio, la gente confundió los disparos con fuegos artificiales antes de que cientos de asistentes huyeran aterrorizados.
Un día después, dentro del amplio perímetro establecido por la policía, quedaban artefactos ordinarios como coches para bebé y sillas de jardín, abandonados por los vecinos aterrados. Algunas personas se acercaban al perímetro para recoger algunas de sus pertenencias.
Uno de los asistentes, David Shapiro, de 47 años, dijo que la ráfaga de disparos convirtió rápidamente el desfile en un «caos». «La gente no sabía de inmediato de dónde venían los disparos, si el pistolero estaba delante o detrás de ti, persiguiéndote», dijo el martes mientras recuperaba un coche de bebé y sillas de jardín.
El tiroteo del lunes se sumó a una serie de incidentes que han trastocado los rituales de la vida estadounidense. En los últimos meses, escuelas, iglesias, tiendas de comestibles y, ahora, desfiles de la comunidad se han convertido en escenarios de masacres. En esta ocasión, el derramamiento de sangre se produjo cuando la nación trataba de encontrar motivos para celebrar su fundación y los lazos que aún la mantienen unida.