Dra. Ana Cristina Morales Modenesi

Este es el nombre de una obra del filósofo del trascendentalismo y de nacionalidad estadounidense, Ralph W. Emerson. En la cual discute acerca del significado de confiar en uno mismo y algunas de las dificultades que se encuentran en esta acción.

Con palabras propias trato de expresar algunas ideas de Emerson que considero convenientes de conocer y analizar. Él considera que los seres humanos han de vivir siguiendo los criterios de su escucha interior. Para lo cual es necesario el ejercicio de la libertad. “Ser libre hasta de la definición de libertad”. Y aunado a ello tener valor.

Las personas pueden buscar la sensación de una paz temporal y para ello evitan pensamientos, cuestionamientos, para no observar y reflexionar acerca de la realidad. Pero al hacerlo, el peligro sigue siendo peligro y el temor aumenta. Por lo que el deber de ellas en lugar de evadir es enfrentar. Investigar, escudriñar y reconocer los orígenes de determinada situación o problema. Solo de esa manera encontrarán en sí mismas la comprensión de la naturaleza y la extensión de ese peligro y así podrán abordarlo.

“La sordera, la completa ceguera, el gran error que observamos existen únicamente gracias a la tolerancia, a tu propia tolerancia. Si te das cuenta de que se trata de una mentira le habrás dado ya un golpe mortal”.

En este escuchar del “alma” cualquiera que sea el tema, existen mensajes, en donde el sentimiento que transmiten es de mayor importancia que el contenido de su pensamiento. Creer en el propio pensamiento, como una verdad proveniente de la intimidad del corazón, es creer en uno mismo. Pero, nos explica que muchas veces el ser humano rechaza su pensamiento, precisamente porque es el suyo.

Este pensamiento que ha sido rechazado pueda ser que se encuentre en la obra de un genio. Y tal vez, en el mañana dirá un desconocido, con seguro sentido, lo que ya habíamos pensado. “Y nos veremos obligados a recibir de otro, avergonzados, nuestra propia opinión”.

A mi manera de entender, Emerson nos invita a ser auténticos, libres y valientes. Y observa como resultado de ello a la felicidad y la tranquilidad. “Un hombre se queda tranquilo y contento cuando ha puesto el corazón en su obra y ha hecho todo lo posible que ha podido; pero lo que ha dicho o hecho de otra forma, no le dará sosiego”.

En la naturaleza, así como en la niñez existe la confianza. Sus actos se observan como genuinos y no se encuentran pendientes de observaciones o críticas ajenas.

Nos dice que la conformidad es la virtud más exigida dentro de la sociedad y por lo contrario, la confianza en sí mismo, tiene la animadversión. Pero que la integridad del alma, tiene que ver con esa confianza en sí mismo. Que algunos actos de filantropía son como una especie de multa que las personas pagan, para no ser señalados con el dedo. Por lo cual, sus obras se convierten en una excusa para atenuar la vida que llevan en el mundo. Sus virtudes son penitencias. Y “Yo no deseo expiar, sino vivir”.

Y refuerza este pensar con lo que expresa: “Mi vida no es una apología, sino una vida, existe por sí misma y no como un espectáculo”. “Lo que tengo que hacer es lo que me concierne, no lo que la gente cree”. “Esta regla, tan difícil en la vida práctica como en la intelectual, puede servir para establecer una distinción completa entre la grandeza y la mediocridad”.

Nos explica que es difícil seguir, porque siempre habrá alguien que crea saber cuál es tu deber mejor que tú mismo. Plantea que en la vida se necesita amplitud de ideas para observar y reflexionar acerca de las cosas. De manera contraria, si los pensamientos ya se encuentran comprometidos, se sabrá de antemano la argumentación de cualquier tema.

Otra idea por la cual cree que las personas se alejan de la confianza en sí mismas. Es por: “La reverencia que realizamos por nuestros actos o nuestras palabras pasadas”… Y “no nos sentimos con ánimo de defraudarlos”.

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