El recién elegido presidente colombiano Gustavo Petro (centro) celebra con su esposa Verónica Alcocer (centro derecha) y su compañera de fórmula Francia Márquez (derecha) en el Movistar Arena de Bogotá, el 19 de junio de 2022 después de ganar la segunda vuelta de las elecciones presidenciales el 19 de junio de 2022. Foto: La Hora/AFP.

Colombia eligió al primer presidente de izquierda de su historia, el senador y exguerrillero Gustavo Petro, que se impuso en el balotaje con un discurso de ruptura y la promesa de transformar un país dividido y en crisis.

Petro, de 62 años, venció con el 50,4% de los votos al millonario independiente Rodolfo Hernández, que obtuvo un 47,3%, según el cómputo oficial. Fue una ventaja de 716.201 votos.

«A partir de hoy Colombia cambia, un cambio real que nos conduce a algunos de los planteamientos que hemos hecho de estas plazas: la política del amor (…), una política del entendimiento y el diálogo», proclamó Petro, jefe de la oposición, en su discurso de victoria.

Hernández, un «ousider» sin partido político de 77 años, reconoció rápidamente su derrota, lo que aplacó el temor de protestas ante un desenlace ajustado. Durante la tensa jornada, Petro atizó las sospechas de fraude.

En el centro de Bogotá miles de sus seguidores, la mayoría jóvenes, explotaron de júbilo.

«Celebro porque por fin vamos a tener un cambio, esto es algo que los territorios esperaban (…) esto demuestra que hay esperanza», señaló a la AFP Lusimar Asprilla, una académica afro de 25 años.

 

Una Colombia claramente dividida se adentrará en una nueva era política sin un gobierno de los partidos tradicionales, derrotados en la primera vuelta que vio triunfar a Petro.

La ambientalista Francia Márquez, de 40 años, también fue elegida como la primera vicepresidenta afro de Colombia.

Petro gobernará a partir del 7 de agosto por un periodo de cuatro años y sucederá al impopular Iván Duque, quien felicitó a su enconado opositor. Hernández también envió un mensaje al próximo presidente.

«Le deseo al señor Gustavo Petro que sepa dirigir el país, que sea fiel a su discurso contra la corrupción y que no defraude a quienes confiaron en él», dijo.

De la mano de su futuro gobernante, Colombia también se sube de manera inédita al tren de la izquierda que recorre cada tanto Latinoamérica. Líderes de la región saludaron su victoria.

«Trabajaremos juntos por la unidad de nuestro continente en los desafíos de un mundo que cambia velozmente», escribió el presidente de Chile, Gabriel Boric.

DOS COLOMBIAS

Petro conquistó la presidencia con la mayor participación electoral de este siglo: un 58% de los 39 millones de colombianos habilitados para votar fueron a las urnas.

En el Congreso cuenta con una importante bancada, pero sin asegurar mayorías.

La izquierda triunfó tras las masivas y sangrientas protestas de 2019, 2020 y 2021, donde los jóvenes que exigían más oportunidades de estudio y empleos fueron duramente reprimidos.

Entonces las calles ya reflejaban un malestar profundo a raíz de la brecha entre ricos y pobres. Colombia tiene la desigualdad más alta de la región después de Brasil, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

 

Con la pandemia se agravó la pobreza, que hoy alcanza al 39% de los 50 millones de colombianos. El desempleo ronda el 11% y la informalidad el 45%.

Entre los desafíos para el futuro gobierno también están narcotráfico y la violencia asociada, con varios grupos armados que se expanden por el territorio.

En su discurso, Petro aludió a las divisiones y heridas que deja una campaña agresiva.

«El cambio consiste precisamente en dejar el odio atrás; en dejar los sectarismos atrás. Las elecciones más o menos mostraron dos Colombias, cercanas en términos de votos. Nosotros queremos que Colombia en medio de su diversidad sea una Colombia», señaló.

Petro y Hernández llegaron a este elección con dos propuestas de ruptura, pero con modelos opuestos.

El mandatario electo se propone robustecer al Estado, transformar el sistema de salud y de pensiones, y suspender la exploración petrolera para dar paso a energías limpias ante la crisis climática.

También anunció que restablecerá relaciones con Venezuela, rotas desde 2019, implementará el acuerdo de paz de 2016 con las extintas FARC y dialogará con el Ejército de Liberación Nacional, la última guerrilla reconocida en el país.

¿Y LOS MILITARES?

Petro deberá igualmente vencer la resistencia de sectores poderosos y de las Fuerzas Armadas, que todavía le achacan su pasado como guerrillero pese a que firmó la paz en 1990.

Temen que sus reformas afecten la propiedad privada y conduzcan al país hacia un socialismo fallido. En campaña, el gobernante electo se comprometió ante un notario que no expropiará bienes, y más adelante aseguró que tampoco reformará la Constitución para quedarse en el poder.

Quizá una de las mayores expectativas está en su relación con los militares, que deberán jurar lealtad a un antiguo adversario en un país traumatizado por un conflicto de seis décadas con los rebeldes de ultraizquierda en el centro.

 

«La desconfianza entre el presidente y los militares es significativa. Petro deberá seleccionar a un ministro de Defensa que tenga el respeto y la confianza» de las tropas, señaló a la AFP el analista Sergio Guzmán, de la consultora Colombia Risk Análisis.

De lo contrario, la transición será «un desastre», agregó.

Tras un mandato conflictivo al frente de la alcaldía de Bogotá, Petro deberá probar que es capaz de trabajar en equipo para gobernar el país y alcanzar consensos.

Tiene una «personalidad que muchos asocian con intransigencia, terquedad y con un ego que limita el diálogo», advierte la politóloga de la Universidad Javeriana Patricia Muñoz.

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