POR MARIELA CASTAÑÓN
mcastanon@lahora.com.gt

Al menos 23 mil 99 personas murieron de forma violenta en el país, del 1 de enero de 2011 al 31 de mayo de 2015, de acuerdo con datos de la Policía Nacional Civil (PNC). Las muertes no representan un número, sino la vida de personas que trabajaban, tenían un rol importante y un contexto que los identificaba como ciudadanos de este país. Los fallecidos tenían una familia, que hoy lamenta las pérdidas físicas.

La Hora recopiló la historia de tres familias que perdieron a un ser querido en ese período de tiempo, quienes compartieron la experiencia, de recibir el mensaje de la muerte, sufrir, sepultar y hoy vivir sin esas personas amadas.

Los deudos coinciden en no creer en el sistema de justicia, por los pocos avances en las investigaciones.

En tanto, Hilda Morales, procuradora adjunta de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), dice que los asesinatos de los ciudadanos deben dejarse de ver como un número, sino, como lo que son, personas. Además de considerar y atender las secuelas que dejan los hechos de violencia.

“No tengo lo que más quería”

_Repo6_1El pasado 3 de mayo murió Kimberly Marleny Ruano Cordón, de 29 años, quien permaneció más de 50 días recluida en el Hospital General San Juan de Dios (HGSJD), luego que delincuentes atentaran con armas y granadas de fragmentación frente a ese nosocomio, el pasado 10 de marzo.

La alegría y la vocación de servicio, eran dos cualidades inherentes en la personalidad de Kimberly, la joven amada por su familia. Ella trabajaba como secretaria en el centro asistencial y salió para comprar su desayuno esa mañana.

El día en que ocurrieron los hechos, los hermanos de la joven escucharon lo que había sucedido frente al HGSJD, le marcaron a su número de teléfono y le escribieron mensajes, pero no respondió. Poco tiempo después, el jefe de la joven se comunicó a la casa de la familia Ruano Cordón y fue cuando Luis, su padre, conoció la tragedia.

“El jefe de ella llamó a la casa. Él me dio la noticia, me dijo que había hablado con mi hijo David, porque él se enteró de eso –del atentado– y llamó a Kimberly pero no le contestó, entonces le mandó un mensaje. Las compañeras de ella cuando vieron el relajo, comenzaron a preguntar y parece que una de las policías que estaba ahí la entró cargada a la emergencia, según nos comentaron. Ella entró como XX porque no llevaba ningún documento”, detalló Ruano.

Luis Ruano, su hijo y su cuñado llegaron al centro asistencial, donde conocieron del estado de salud de Kimberly, quien con el pasar de los días iba mejorando, pero el 1 de mayo empezó a agravarse y dos días después falleció.

“El día viernes la metieron de nuevo al ventilador para que respirara por ahí, ese día estaba demasiado agitada. Yo le hablé y le dije que si ya no aguantaba seguir luchando, que dejara de hacerlo, estaba sufriendo mucho. El domingo nos levantamos temprano, íbamos a ir a escuchar misa, cuando a las 07:45 nos llamaron del hospital para avisarnos que estaba muerta”, relató Ruano.

Uno de los principales inconvenientes, según el entrevistado, fue sacar el cuerpo de Kimberly, pues tenían que esperar a que llegara el Ministerio Público (MP) a levantar un acta que les permitiera trasladarlo al Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), para ese entonces ya eran las 10 de la mañana.

De acuerdo con el relato, cuando lograron realizar la diligencia, se presentó un nuevo problema, no había ambulancia para trasladar el cuerpo al Inacif, después de pedir ayuda al exjefe de Kimberly lo lograron a las 11:15. En la morgue el cadáver fue entregado a las 5 de la tarde aproximadamente.

Al velorio y entierro asistieron amigos de la joven, quienes la recordaron como una persona de nobles sentimientos.

_Repo6_1B“Yo sabía cómo era ella, como trataba a la gente, pero no me imaginé que fuera tanto, hubo personas que llegaron a hablarme tantas cosas buenas. El salón donde fue velada estaba lleno, le tenían tanto cariño”, detalló Ruano.

El padre de Kimberly dice tener esperanza en que volverá ver a su hija; cada semana visita el cementerio con su esposa, pero reitera que el dolor más grande es su ausencia.

“Yo creo que lo más duro seguirá siendo no tenerla, ningún momento es tan doloroso como que ya no esté, porque a mí me ha afectado mucho. Cuando me casé quería tener una hija y que fuera la primera y así fue. Ahora me duele porque no tengo lo que más quería”, refirió.

Luis dice que inicialmente pensó que era conveniente demandar al Estado, pero tras la muerte de Kimberly desistió. Dice que en los más de 50 días que estuvieron en el hospital, el personal del MP no los entrevistó y hasta hoy no conocen ningún avance del proceso de investigación. El único consuelo es la justicia divina.

“Lo más duro es ver su cuarto cerrado”

Rosa María Zarco Lorenzana, de 30 años, agente de la Policía Nacional Civil (PNC), fue asesinada el 25 de mayo de 2014, en la 6ª. avenida y 10ª. calle de la zona 1, cuando según las autoridades, un delincuente disparó contra ella y un compañero de labores, mientras evitaban un hecho delictivo.

Rosa Velásquez, abuela y prácticamente madre de “Rosita”, como le llamaba, la recuerda como una mujer luchadora, trabajadora y con deseos de defender la vida de otras personas. Ella cuidó a Zarco desde que tenía diez meses de vida, tras el viaje de su progenitora a Estados Unidos.

El día en que ocurrió el crimen, Velásquez recibió una llamada de la institución policial, donde le explicaron que su nieta “sufrió un accidente”. Ella se trasladó al Hospital General San Juan de Dios y cuando llegó al centro asistencial conoció que su nieta había muerto.

“Me llamaron de la PNC, me dijeron que ella había tenido un accidente, cuando llegué al hospital me dijeron que ya se había muerto”, lamentó Velásquez.

De acuerdo con la familiar de la agente policial, Zarco falleció el domingo y el lunes les entregaron el cadáver de su nieta, aproximadamente a las 2 de la tarde. Su cuerpo fue llevado a la Dirección General de la PNC, donde le rindieron las honras fúnebres.

_Repo6_2B“No se me va a olvidar eso, me arrancaron ese pedazo de mi corazón, ella estuvo conmigo en las enfermedades y en todo. Cuando me entregaron la bandera me dolió tanto, llegó la señora De Torrebiarte y el señor que renunció –Mauricio López– que hasta la cargó –en el féretro–. Él me dijo siéntase orgullosa, pero eso no me llenó a mí”, dijo entre lágrimas la afectada.

El velatorio se realizó en la casa de la agente, ahí asistieron sus compañeros policías, su progenitora que vino de Estados Unidos y sus amigos. Mientras que al entierro llegaron varias personas que la recordaron como una mujer sensible ante las necesidades de los demás.

“Ella miraba a una ancianita, detenía su moto y regresaba a dejarle Q5 o Q10, era muy buena decían todos”, recordó Velásquez.

El entierro, el último momento de convivencia con “Rosita”, fue difícil, detalla su abuela, pues sabía que esa separación física sería dura.

“Lo más duro es ver que su cuarto se quedó cerrado, su moto se quedó ahí. A ella la enterramos con su uniforme de policía, así se fue Rosita”, lamentó Velásquez.

La entrevistada dice que únicamente confía en la justicia divina, pues cree que difícilmente se conozca el origen del crimen de quien consideraba su hija; no termina de creer completamente que fue asesinada en las circunstancias que explicaron las autoridades.

“Yo solo creo en la misericordia de Dios, porque no fue a un perro al que mataron. Ella tenía mucho que dar”, destacó la deuda.

“Jairo no te vayas”

Jairo Jefferson Barrios Yantuche, murió el día de su cumpleaños, el 18 de enero de 2011. Él se desempeñaba como piloto de bus de las Rutas Quetzal, era esposo y padre de una niña que hoy tiene 11 años, así como de un niño de 5.

_Repo6_3El conductor fue asesinado frente a su casa, ese día no tenía previsto salir a laborar, únicamente entregaría las llaves del automotor al ayudante.

Blanca Salazar, viuda de Barrios, relató los últimos momentos de su cónyuge, quien pereció en sus brazos y aún moribundo recordó a sus hijos.

“Yo todavía estaba durmiendo cuando escuché los disparos, pero pensé ¿quién vendría a quemarle cohetes a Jairo tan temprano? Me senté y ya no escuché bulla, me cambié y fui a lavarme la cara, cuando regresé la puerta estaba abierta. Jairo estaba tirado, con sangre en la boca, yo lo senté y le dije Jairo ¿quién te hizo esto? Él quería hablar, pero empezó a salirle sangre. Yo le dije Jairo no te vayas y él solo me dijo mis hijos. Yo le dije, te juro que voy a cuidarlos y defenderlos hasta con la vida si es posible”, relató.

Según la entrevistada, el asesinato ocurrió a las 04:45 horas y el Ministerio Público (MP) llegó dos horas después. Ella se desmayó y cuando abrió los ojos supo que el cuerpo de su esposo ya estaba en el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif).

Salazar veló al padre de sus hijos en medio de la incredulidad de saber si se trataba de una pesadilla o si realmente estaba muerto.

“Yo lo miraba a él y pensaba que eso no era cierto, que no estaba muerto. Me afectó mucho y todavía después de eso todos me preguntaban si yo había visto algo, pero yo no vi nada”, relató.

La afectada dice que prefirió que sus hijos no asistieran al velatorio y al entierro del piloto, pues temía que después les afectara.

La viuda no volvió a su casa, dice que no soportó regresar al área donde por muchos años compartió con su pareja y padre de sus hijos. Además, por los riesgos que implicaba, pues vive en una zona roja del país que prefiere que no se conozca en esta publicación.

Salazar indica que debido a que no logró continuar rentando una vivienda, tuvo que volver a este lugar, pero teme por su vida.

_Repo6_3BLa viuda aprendió a fabricar productos antibacteriales y azistín, pero los ingresos que obtiene no son fijos y tampoco logra reunir dinero constantemente para invertir en la materia prima que esto requiere.

Blanca dice que su intención es sacar a sus hijos de la casa donde residen, pues considera que está en un área de alto riesgo.

“Le pido a Dios que me proteja a mí para proteger a mis hijos; me conceda la vida para cuidar de ellos. He dado tantas vueltas para no vivir ahí, pero no logré nada. Tuve que enfrentarme a mi realidad y regresar a ese lugar”, lamentó.

La viuda dice que no cree en la aplicación de justicia, una sola vez fue citada por el MP por la muerte de su esposo y hasta hoy desconoce si alguien fue detenido por el crimen.

*Si desea apoyar a la viuda y a sus hijos puede hacerlo a través del correo electrónico lillysalazar83@gmail.com.

“El jefe de ella llamó a la casa. Él me dio la noticia, me dijo que había hablado con mi hijo David, porque él se enteró de eso –del atentado– y llamó a Kimberly pero no le contestó, entonces le mandó un mensaje. Las compañeras de ella cuando vieron el relajo, comenzaron a preguntar y parece que una de las policías que estaba ahí la entró cargada a la emergencia, según nos comentaron. Ella entró como XX porque no llevaba ningún documento”.
Luis Ruano

“No se me va a olvidar eso, me arrancaron ese pedazo de mi corazón, ella estuvo conmigo en las enfermedades y en todo. Cuando me entregaron la bandera me dolió tanto, llegó la señora De Torrebiarte y el señor que renunció –Mauricio López– que hasta la cargó –en el féretro–. Él me dijo siéntase orgullosa, pero eso no me llenó a mí”.
Rosa Velásquez

“Yo todavía estaba durmiendo cuando escuché los disparos, pero pensé ¿quién vendría a quemarle cohetes a Jairo tan temprano? Me senté y ya no escuché bulla, me cambié y fui a lavarme la cara, cuando regresé la puerta estaba abierta. Jairo estaba tirado, con sangre en la boca, yo lo senté y le dije Jairo ¿quién te hizo esto? Él quería hablar, pero empezó a salirle sangre. Yo le dije Jairo no te vayas y él solo me dijo mis hijos. Yo le dije, te juro que voy a cuidarlos y defenderlos hasta con la vida si es posible”.
Blanca Salazar

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