Cuando existía escasa conciencia del valor de ser ciudadano, el maestro en lo individual y el magisterio como gremio fueron la vanguardia de esa expresión y por ello todos los movimientos sociales importantes del país contaron con la participación activa, entusiasta y comprometida de los maestros. No por gusto fue el asesinato de María Chinchilla, hace setenta y un años, lo que marcó nuestra historia para que en este día, 25 de junio, se celebre el Día del Maestro como un homenaje a esa mujer que manifestaba con el pueblo clamando para ponerle fin a la dictadura «constitucional» de Jorge Ubico.

Hoy, cuando el pueblo se hartó de la impunidad y la corrupción y ejerciendo su ciudadanía sale a las calles y reclama, ha notado la ausencia del gremio magisterial, aunque algunos en lo individual no pueden traicionar su conciencia. El gremio luchó por años por una reivindicación salarial más que necesaria y justa, pero al final terminó haciendo una componenda mediante la cual se le daban privilegios que al final serán insostenibles (ningún país puede indexar salarios ad infinitum como lo está haciendo Guatemala con todos los pactos colectivos suscritos con trabajadores del Estado) a cambio de su compromiso de apañar al sistema corrupto y podrido que facilitó la negociación entre la dirigencia sindical y las autoridades venales que compraron la complicidad del gremio.

Obviamente la sociedad ha perdido, y mucho, con la ausencia del magisterio en la gesta que apenas inicia para el rescate de un sistema que fue cooptado por los poderes ocultos que se encargaron de asegurar no sólo los mecanismos de la corrupción, sino de la impunidad para garantizar al sinvergüenza que podía robar sin temor a consecuencia alguna. Por eso ha sido desfile el que hemos visto de funcionarios corruptos que ahora se pavonean como grandes señores, amparados por la fortuna hecha a costillas de un pueblo que no logra salir de su miseria porque los recursos que tienen que servir para facilitar su ascenso en lo que llaman la escala social.

Se demuestra la certeza de aquella expresión de que poderoso caballero es don dinero. Años de formación, de conciencia, de lucha cívica y nacionalista, de compromiso con las causas más sentidas de la gente, se abandonan por seguir a una dirigencia que supo ponerles billetes entre la bolsa a cambio de que dejen de ser parte del pueblo; a cambio de que ahora su compromiso sea para defender a capa y espada, marchando con un solo golpe al caite, para evitar que el régimen de corrupción que les dio los privilegios, se vea amenazado.

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