El jefe de la policía escolar de Uvalde, Texas, Pete Arredondo (tercero desde la izquierda). Foto La Hora: Darío López-Mills/Ap.

 

El jefe de la policía escolar de Texas, que fue criticado por su actuación en uno de los tiroteos escolares más letales en la historia de Estados Unidos, dijo en sus primeras declaraciones largas, publicadas el jueves, que no se consideró la persona al mando durante la masacre y que asumió que alguien más había tomado el control de la repuesta de las fuerzas de seguridad.

En sus declaraciones al diario Texas Tribune, Pete Arredondo, jefe de la policía del distrito escolar de Uvalde, señaló que antes de entrar a la Escuela Primaria Robb dejó atrás, de forma intencionada, las radios policiales y del campus. Un pistolero de 18 años mató a 19 estudiantes y dos maestras tras la puerta de un aula cerrada con llave que, según el responsable policial, estaba reforzada con acero y no se podía derribar a patadas.

La mala comunicación por radio es una de las preocupaciones que se han planteado acerca de la respuesta policial a la balacera del 24 de mayo, así como el motivo por el que se esperó más de una hora para confrontar al agresor, mientras los angustiados padres que esperaban en el exterior del centro instaban a los agentes a entrar.

Por otra parte, The New York Times hizo públicos el jueves documentos que muestran que la policía aguardó la llegada de los equipos de protección y demoró su entrada al campus, incluso después percatarse de que algunas de las víctimas necesitaban atención médica.
Arredondo contó al Tribune que, desde el pasillo de la escuela, utilizó su celular para pedir equipos tácticos, un francotirador y las llaves para entrar al aula. Durante 40 minutos se mantuvo alejado de la puerta para evitar causar más disparos y que probó, una a una y sin éxito, las docenas que llaves que le llevaron, agregó.

Nogales plantados en la década de 1960 cubren con su sombra un monumento conmemorativo improvisado en honor de las víctimas de la reciente masacre en la Escuela Primaria Robb en Uvalde, Texas. Foto La Hora: Eric Gay/AP.

«Cada vez que probaba una llave me ponía a rezar», dijo al Tribune. En las más de dos semanas que han transcurrido desde la balacera, las acciones de Arredondo han sido sometidas a un escrutinio cada vez más intenso por parte de funcionarios estatales y de expertos en la respuesta a tiroteos masivos. Steven McCraw, jefe del Departamento de Seguridad Pública de Texas, apuntó que el responsable de la policía escolar, a quien describió como el comandante durante el incidente, tomó la «decisión errónea» de no ordenar a los agentes que entrasen al aula más rápido para enfrentar al agresor.

Pero Arredondo dijo al diario que creyó que llevar las radios lo retrasaría al entrar a la escuela y que sabía que esos aparatos no funcionan en algunos edificios escolares, pero apuntó que nunca se consideró a sí mismo como el responsable del operativo y que no dio indicación alguna para que la policía no intensase entrar al inmueble.

«No di ninguna orden», indicó Arredondo. «Pedí asistencia y una herramienta de extracción para abrir la puerta». Arredondo no ha respondido a las repetidas peticiones de entrevista ni a las preguntas de The Associated Press.

El relato de Arredondo y los registros obtenidos por Times se publicaron el jueves, mientras las autoridades y los funcionarios estatales se esfuerzan por presentar una línea temporal y detalles precisos del incidente. Además, han corregido frecuentemente sus declaraciones previas, y los investigadores no han hecho publica ninguna información sobre la respuesta policial desde los días posteriores al ataque.

Según los documentos obtenidos por el Times, en las imágenes de la una cámara corporal se puede escuchar a un hombre, que los investigadores creen que es Arredondo, hablando del tiempo que estaba pasando.

«La gente va a preguntar por qué estamos tardando tanto», dijo el hombre, según una transcripción de las imágenes de las cámaras corporales de los agentes a la que el periódico tuvo acceso. «Estamos tratando de preservar el resto de las vidas».

En el momento en que cuatro de los agentes entraron, en el lugar había ya más de 60 efectivos, de acuerdo con el reporte. En las dos aulas donde hubo disparos había 33 niños y tres docentes.

 

No todas las víctimas fueron encontradas sin vida cuando los agentes accedieron por fin al centro: una maestra murió en una ambulancia y tres niños fallecieron en hospitales cercanos, según los registros que obtuvo el Times, que incluían una revisión de documentos policiales y videos recopilados como parte de la investigación.

La familia de Xavier Lopez, de 10 años, dijo que el niño recibió un disparo en la espalda y perdió mucha sangre mientras esperaba a recibir atención médica.
«Pudo haberse salvado», dijo Leonard Sandoval, abuelo del niño, en declaraciones al periódico. «La policía tardó más de una hora en entrar. Se desangró».

Artículo anteriorVan tras periodistas que entrevistaron a Laparra en prisión
Artículo siguienteEE. UU.: Gobernadores crean grupo para abordar tiroteos masivos