Juan Francisco Reyes López
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Todos los que conocemos a Alfonso Portillo sabemos de su carismática y agradable personalidad, también sabemos que como ser humano necesita ser complementado y apuntalado, especialmente en un país como el nuestro donde una sola golondrina no hace verano; donde además de simpatía, carisma e inteligencia se necesita perseverancia, orden, disciplina, día a día, para que las ideas y los planes se conviertan en realidades.
A partir de la convocatoria a elecciones generales en 1999, todos los viernes, sábados, domingos y lunes, trabajamos políticamente de diez a doce horas recorriendo el país, explicando los principios y planes de gobierno que llevaríamos adelante en búsqueda del bien común, en realizar un gobierno de todos, para todos, al servicio del pueblo de Guatemala, que tantas desigualdades económicas y sociales tiene.
Al final de ese año, tanto en la primera como en la segunda vuelta electoral, el triunfo del binomio presidencial Portillo Cabrera-Reyes López fue grandísimo, tanto así que si no hubiera sido por un sabotaje en la capital no se hubiera realizado una segunda vuelta electoral. En todo caso, en la segunda vuelta electoral el triunfo fue arrollador para nuestro binomio y el FRG entró a partir del 14 de enero de 2000 a ser partido de gobierno.
Desde el principio, el presidente Portillo y mi persona, cumpliendo el contenido de la Constitución de la República, quien otorga al vicepresidente claras y numerosas responsabilidades, iniciamos el ejercicio del mandato de gobierno en una permanente coordinación y comunicación. Al asumir encontramos como primera gran tarea el controlar el suministro y los precios de la Canasta Básica, fundamentales para garantizar la vida, la sobrevivencia alimenticia de todos los guatemaltecos.
El presidente Portillo me encargó y designó para negociar directamente la reducción del precio del azúcar, razón por la cual Eduardo Weymann y yo nos reunimos con la Asociación de Azucareros, representada por Alejandro Botrán y Julio Herrera. Después de serias pláticas y bajo un razonamiento de política económica nacional y mundial, sobre el precio de este importante producto del que Guatemala es uno de los principales productores del mundo, logramos que el azúcar volviera al precio que tenía en casi todo 1999. Como puede dar constancia la Asociación de Azucareros, nunca hubo un requerimiento inmoral o ilegal por parte nuestra, por el contrario, durante todo nuestro gobierno se buscó apoyar y fomentar la exportación de azúcar al mundo, así como se insistió que el pueblo de Guatemala debería de beneficiarse de una oferta y de un precio correcto.
La segunda tarea que delegó y encomendó el presidente Portillo a la Vicepresidencia, a los ministros de Economía y Finanzas, fue la discusión del Pacto Fiscal, que provenía de los Acuerdos de Paz y que no se había concluido, mucho menos aplicado, durante todo el gobierno de Álvaro Arzú. Esta acción implicaba reajustes, compensadores económicos y sociales y, por supuesto, la meta de aumentar la tasa tributaria al 12%. Fueron numerosas las reuniones en las que la Vicepresidencia y los ministros participamos con los representantes de CACIF y los representantes de la sociedad civil guatemalteca.
¡Guatemala es primero!
Continuará.