Los niveles de pobreza, la falta de desarrollo humano, la calidad de vida de los ciudadanos guatemaltecos y la forma en que se les ve de muchas maneras racistas y clasistas, son efectos de esa estructura social viciada a la que hacía referencia ayer el mandatario ecuatoriano en su discurso. A favor o en contra del polémico mandatario, no puede negarse que la claridad de su académica presentación deja muy poco espacio para las dudas sobre los beneficios de un modelo que se basa en una simple, muy simple, premisa: Invertir en el ciudadano preparado y con oportunidades, genera mercado.

Obtener resultados en un esfuerzo como este requiere de un compromiso real. Correa ha sido cuestionado por la serie de procesos de reelección en que ha participado, por sus enfrentamientos legales con sectores de la prensa a quienes ha iniciado juicios, etc. Sin embargo, no se le puede negar que la práctica de su ejercicio político ha cambiado el rostro a una nación como la ecuatoriana que enfrenta hoy retos muy distintos por haber entendido que la pobreza se enfrenta con justicia y que el mercado es una herramienta de la sociedad y no como pasa en nuestro país.

Se puede hablar de que son condiciones distintas las que tienen Guatemala y Ecuador y estamos claros y de acuerdo en que así es. Primero, porque la estructura de poder real está bajo el dominio de cúpulas que en nuestro país han impedido la aceptación, discusión y solución de los problemas que nos mantienen a pocos con mucho y a casi todos con nada.  Segundo, porque los políticos tienen que entender que los programas sociales pueden significar apoyo electoral, pero utilizarlos para el voto no puede ser la única razón para usar un sistema que termina siendo fuente de corrupción sin capacidad de reducir la pobreza, como ha quedado en evidencia tanto en el gobierno de la UNE como el Patriota.

Lo más contundente, aparte de ese reconocimiento de la necesidad de no justificar la pobreza porque así se mueve el mercado, es que dejemos de ser un país que se pinta como cultural y folclórico por el colorido que se le da a la pobreza. Le duela a quien le duela, Correa ha planteado una realidad que los guatemaltecos optamos por no visualizar, no digamos enfrentar.

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