Estuardo Gamalero C.
ajustandovelas@gmail.com

Si bien Guatemala ha estado sujeta a factores externos e internos que demuestran épocas de bonanza económica, en términos de principios y valores, nuestro país y sociedad cada vez están peor. Imaginemos el nivel de necedad popular y oportunismo político, que una buena parte del pueblo añora al “Pollo Ronco” y la mayoría de líderes políticos buscan alianzas con la imagen de su pasado.

Se dice que los chapines somos “una llamarada de tusa”: nos enfurecemos fácilmente por las cosas que nos afectan, pero con rapidez abandonamos el deseo de mejorar y corregir. Somos entusiastas de palco y nos gusta aplaudir o criticar desde las butacas. Queremos cruzar el río pero que nos lleven cargados, mucho menos aprender a nadar. Criticamos por imitación, no porque entendamos las razones. Defendemos los principios cuando nos convienen y cuando no, encontramos las justificaciones para hacernos de la vista gorda. Queremos oportunidades de inversión, hablamos de crecimiento económico y de empleo digno, pero con envidia nos oponemos al cambio. Lo que no entendemos o no nos beneficia, lo destruimos antes de proponer ideas.

Sin embargo, al final de ese túnel de vicios que describo, reconozco que hay personas consecuentes entre sus palabras y sus acciones. Veo jóvenes organizados, con opinión y propuestas de cambio; veo cámaras empresariales conscientes de combatir las estructuras de corrupción y en búsqueda de condiciones que les permitan generar inversiones que se traduzcan en prosperidad, desarrollo y empleo; veo foros de sociedad civil cuya visión ideológica cada vez es más semejante y de rescate a Guatemala; veo a la comunidad católica y evangélica de Guatemala, con un mensaje propositivo y jalando las orejas a aquellos que están esperando que les caiga el “maná del cielo”, y advirtiendo a los que lucran con el hambre del pueblo. Veo el crecimiento de voces en redes sociales en un país que tiene más líneas telefónicas que personas, y que con un poco de orden pueden cambiar el rumbo de la nación.
En lo personal me siento honrado de compartir espacio con los Magistrados de Tribunal Supremo Electoral, y en contra de las apuestas, demostrar que cuando el rescate del país se funda en principios y valores generales, los positivistas y políticos populistas lucen ridículos yendo en contra de la razón.
El camino es largo y complejo, y la lucha no es de unos cuantos sino de buenos contra malos. Así que ánimo Guatemala, porque el desafío es conseguir que la gente buena y bien formada ocupe posiciones de liderazgo y se comprometa a sacar adelante al país.

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