Por Ulf Mauder (dpa)
Moscú, Agencia dpa

El arte contemporáneo no lo tiene fácil en Rusia. Los artistas lamentan persecuciones por parte de la Iglesia o incluso del Ministerio de Cultura, pero el nuevo palacio de la cultura Garage en Moscú, el mayor museo de estas características en Rusia, quiere cambiar esa situación. El Garage, que abre hoy sus puertas, es el acontecimiento social del año para el mundo cultural moscovita.

A Darya Shukova, a la que todo el mundo conoce como Dasha, le gustaría hacer historia con el arte contemporáneo y ese es el éxito que augura a su nuevo museo, ubicado en el parque Gorki, uno de los más visitados de la ciudad.

Es el único en Rusia y aspira a seguir el ejemplo del Tate Modern, en Londres u otras casas de arte de nivel mundial. Pero también es arriesgada la empresa que ha emprendido Dasha, novia del multimillonario Roman Abramovich.

Los artistas contemporáneos en Rusia no lo tienen fácil en Rusia con la fuerte presión de la Iglesia ortodoxa rusa y el ministro de Cultura ultraconservador Vladimir Medinski. Ejemplos sobran: desde el polémico proceso penal contra el grupo de punk rock Pussy Riot o lo ocurrido con el experto en arte Andrei Yerofejev.

No dejan de registrarse ataques de religiosos o de ultraconservadores contra exposiciones y películas, contra óperas u obras de teatro modernas. El museo de arte Garage, sin embargo, se ha propuesto demostrar que, a pesar de todo, sigue habiendo espacios de libertad. El palacio con forma de caja y con un ingreso como si fuera la entrada de un garaje aspira a ser un lugar para el cambio en la sociedad.

«Nosotros cambiamos la sociedad», asegura el director del centro Anton Below. Todo es una cuestión de comunicación, de hacer llegar determinados proyectos de arte. «Toda obra de arte puede ser mostrada. La cuestión es cómo se presenta. Si alguien busca escándalo, lo tendrá», agrega. En el Garage, los artistas no habrían tenido problema alguno.

En el mundo de la cultura a pocos les ha sorprendido que Dasha Shukova haya podido cumplir su sueño de un museo propio en el mejor y más caro lugar de Moscú. Al parecer han ayudado no sólo las necesarias sumas millonarias del oligarca Abramovich, sino también los contactos del empresario, que mantiene una excelente relación con la estructura de poder en Moscú.

Su novia, hija de un magnate de la banca y del petróleo, considera el museo como un centro de formación. Se han ideado programas para niños, adolescentes, así como encuentros con artistas y hay también libros de arte en ruso.

El Garage nació en 2008, pero hasta la fecha sólo tenía una ubicación provisional. La comisaria jefe del centro, Katie Fowle, ya habla de una institución arraigada con la mayor colección mundial de arte ruso desde los años 50, que apenas ha sido estudiada.

La nueva ubicación del centro ofrecerá a los rusos una mirada libre sobre el mundo a través del arte, agrega Fowle, quien asegura tener confianza en Rusia. «Sí, los artistas han tenido problemas. Pero el problema hoy es que hay muy poca infraestructura para que se pueda desarrollar el ecosistema del arte», dijo Fowle.

Su intención es invitar a artistas de nivel internacional. El Garage ayudará que se establezca un sistema de buenos artistas, críticos y comisarios profesionales. Los comisarios tienen que ayudar a los artistas a comunicarse con el mundo.

Y para esa comunicación el arquitecto holandés Rem Koolhaas ha renovado por completo el antiguo café de las estaciones del año, que databa de 1968. El arquitecto holandés ha dotado a esa ruina que los años 90 se vino abajo de una fachada tecnológica, pero en el interior se pueden ver mosaicos comunistas, muros de ladrillo rojo y paredes de azulejos verdes. Koolhaas, de 70 años, quedó impresionado con «la generosidad soviética» del modernismo de la época.

Para la inauguración de los más de 5.400 metros cuadrados de este centro de arte se podrán ver -entre otros- trabajos de la artista japonesa Yayoi Kusama, el ruso Erik Bulatov y la alemana Katharina Grosse. Además, se podrán ver neveras, televisiones y otros aparatos de la era soviética.

Así, la muestra evoca también el ambiente enrarecido tras la muerte del dictador Josef Stalin (1878-1953), cuando se organizó en 1959 una exposición estadounidense en Moscú, con entonces Nikita Jruschov como jefe del Kremlin.

Una instalación gira en torno a la carrera tecnológica y científica entre la Union Soviética y Estados Unidos con el ejemplo de un viaje espacial durante plena Guerra Fría. A la luz de las nuevas tensiones políticas entre Rusia y Occidente, las imágenes del acercamiento de entonces siguen hoy más actuales que nunca.

Artículo anteriorJefa local de NAACP renuncia tras furor por identidad racial
Artículo siguienteAltos cargos chinos hallan consuelo en maestros místicos